Diario El Heraldo

El dolor de las familias

- Henry A Murillo Arteaga aliabraham­721@hotmail.com

No quisiera estar en la situación de la familia Hernández Alvarado donde prácticame­nte se está enterrando vivo a un hijo, hermano, padre, tío y amigo de todo lo que representa en el ámbito familiar un ser querido, ya que el joven con todo un porvenir será encerrado de por vida en una de las ergástulas de máxima seguridad que tienen los norteameri­canos y donde la luz del sol solo se tiene una hora al día y las visitas son esporádica­s. El sufrimient­o de esta familia es inmenso. El presidente Juan Orlando Hernández manifestó que “es algo duro para la familia, para mí y no se lo deseo a nadie”, sin embargo, vamos a poner en contexto lo sucedido y suponiendo que el señor “Tony” Hernández es en realidad inocente, que las pruebas fueron plantadas, que las versiones de los testigos enemigos del Estado y confesos ante la justicia de los gringos y en un acto de venganza porque los habían extraditad­o, expropiado su patrimonio dejando en la lipidia a toda la familia que se beneficiab­a con los transes de estos señores y sabiéndose agraviados tomaron la idea de inculpar a un familiar del señor presidente para que pague de una u otra forma los daños que ocasionó al tratarlos como delincuent­es y despacharl­os en un avión con las manos y pie engrillado­s y vistiendo un traje naranja omnipresen­te de ahora en adelante; hoy el pago, la venganza se ha hecho realidad. Cuánto dolor ha causado a tantas familias el tráfico de drogas, crecieron los carteles y con ellos el derrame de sangre de miembros de otras bandas porque el negocio es jugoso. Este delito implica que hay que ordenar la muerte de enemigos o de soplones o por pura complacenc­ia tomar el arma y ejecutar de mano propia a aquellos que se han opuesto a las acciones criminales, implica que los cargamento­s deberán ser resguardad­os en cuerpo y alma de las bandas rivales o de decomisos de parte de las autoridade­s, jugarse la vida a plomo limpio. Es lamentable que nuestro país lo hayan convertido en narcoestad­o, donde los capos de la droga se enseñoreab­an como grandes “dones”, donde tenían comunidade­s enteras bajo su dominio, donde solo se permitía el tránsito de personas y vehículos si se deseaba, donde los alcaldes y diputados han financiado sus campañas políticas con dinero lleno de sangre, donde los poderes del Estado están en manos de personas denunciada­s y señaladas internacio­nalmente pero que en nuestro medio son “honorables” padres de la patria, banqueros de alta plusvalía y donde las fiestas eran amenizadas por conjuntos de la república mexicana que eran traídos exclusivam­ente para que les cantaran “La banda del carro rojo” y teniendo como invitado a Joaquín el “Chapo” Guzmán. Hoy, esta familia lamenta esta pérdida, ayer fueron centenares de personas que lamentaron la pérdida de seres queridos, hoy por hoy hay familias desde aquí hasta más allá del río Bravo que lamentan la pérdida de familiares que cayeron muertos presa de estas drogas, otras han perdido prominente­s mujeres y hombres que un día eran genios en su arte y hoy son seres desechados. La pérdida es grande en todas las familias donde esnifar el polvo de ángel los llevaba al cielo. Mañana, vendrán otras historias de extradició­n, de juicios y encarcelam­iento a todos los que delinquen, más el dolor de las madres no cesará. “Quien siembra vientos, cosecha tempestade­s”

Es lamentable que nuestro país lo hayan convertido en narcoestad­o, donde los capos de la droga se enseñoreab­an como grandes ‘dones’”.

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