Diario El Heraldo

El cumpleaños que no pudo ser

- José Adán Castelar

Quiero hacer un brindis, algo personal, porque un día como hoy -9 de abril de 1941nació el poeta que me dio su nombre, y que si el corazón desatento no se le hubiese detenido abruptamen­te, le estaríamos cantando su 80 cumpleaños, aunque se pusiera ceñudo; pero además de por él, quiero brindar por lo que siempre quiso, por lo que vivió, y con lo que murió: la poesía.

Fue un año de terribles presagios para nacer; Hitler invadió la Unión Soviética; los japoneses atacaron Pearl Harbor; Europa se desangraba con su espantosa guerra; y aquí en nuestro patio Tiburcio Carías tiranizaba y reprimía brutalment­e a políticos de oposición, y aplastaba a balazos las huelgas en las bananeras, que defendía como propias.

El niñito Castelar -algunos lo llamaban Adancito- encontró refugio entre los libros que ciertos curas enseñaban desprejuic­iados, los clásicos: Homero, Ovidio, Dante; el Siglo de Oro español: Espronceda, Quevedo, Góngora; los maestros franceses: Verlaine, Baudelaire, entre tantos otros que estaban en sus conversaci­ones necesarias.

Pero fue su tiempo una coincidenc­ia feliz, en el que surgió un grupo de poetas que ahora escriben subrayados sus nombres en la mejor literatura contemporá­nea hondureña, crecieron juntos en la poesía, y cuyas discusione­s escuché silencioso en mi adolescenc­ia, por Rubén Darío, Machado, Miguel Hernández, Neruda o César Vallejo.

En esa fraternida­d de letras aprendí a quererlos a todos, porque querían a mi padre: el poeta Roberto Sosa, su familia, que pasaban con nosotros navidades o Semana Santa en La Ceiba; el poeta Rigoberto Paredes, era como su hermano, discutían sobre Kavafis o Seferis; Tulio Galeas, su primo, a Rafael Rivera, Juan Domingo,

Creía consistent­e que la poesía podría salvar al mundo, porque, como otras expresione­s del arte, alienta las emociones humanas y conduce invariable­mente a la sensibilid­ad”.

Galel, Pompeyo; muchos poetas jóvenes, músicos, teatristas, pintores; tantos nombres que no caben en esta página.

Creía consistent­e que la poesía podría salvar al mundo, porque, como otras expresione­s del arte, alienta las emociones humanas y conduce invariable­mente a la sensibilid­ad, la empatía, la justicia, hermandad, solidarida­d. Lo decía a jóvenes poetas que buscaban su guía.

Confiaba en la poesía militante, en que las letras armoniosas denunciara­n las injusticia­s, la barbarie, como escribiría, “hambre en las cosechas; miedo hasta en el corazón de los recién nacidos”; pero no descartaba la esperanza, tiempos mejores. También creía en la poesía amorosa, en la humanizaci­ón de los días.

Casi siempre, hasta que una persona fallece recibe reconocimi­entos, homenajes; una terrible paradoja, que solo la ausencia resalte la inestimabl­e presencia; pero el poeta Castelar tuvo en vida el afecto de todos los que lo rodearon, se hacía querer, y pudo grabar con marcador permanente su nombre en la literatura nacional.

En el chat de la familia tenemos su foto y lo recordamos como si estuviera, como si hace tres años un infarto no nos hubiera dejado esperándol­o la noche de Navidad, como si hoy tocara pastel

 ??  ??
 ??  ?? Periodista
Periodista

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras