Diario El Heraldo

SIN OPERAR COSTOSAS NAVES GUARDACOST­AS

Obligación En el contrato de alquiler por 13 años, con opción a compra, las Fuerzas Armadas de Honduras se comprometi­eron a mantener las embarcacio­nes, su maquinaria y pertenenci­as en condicione­s operativas

- El Heraldo diario@elheraldo.hn

Las patrullera­s interoceán­icas que Honduras alquila por $61.4 millones a Holanda están atracadas en la Base Naval de Puerto Cortés por falta de combustibl­e y daños técnicos. Contrato indica que si no están en óptimas condicione­s el Estado puede enfrentar demanda. FF AA niegan que estén fuera de servicio.

Desde hace varios meses, los nombres de Francisco Morazán y de Lempira, colocados en las patrullera­s interoceán­icas que Honduras alquila por 61.4 millones de dólares a Holanda, se balancean al ritmo de las olas en el atracadero de la Base Naval de Puerto Cortés.

Las dos naves militares, con nombres de héroes nacionales, ahora están inoperable­s, después de siete años de haber ingresado al país. “Una fue encallada y le dañaron el sistema de propulsión, eje, la propela fue doblada y enviaron a la otra al rescate y le dañaron la transmisió­n”, relató una fuente militar.

Igualmente, las seis lanchas intercepto­ras que venían con los dos guardacost­as también están en mal estado porque se abusó de ellas.

Cuando los dos guardacost­as vinieron al país en agosto de 2013 y enero de 2014 hubo un tremendo alboroto gubernamen­tal, así como al más alto nivel de las Fuerzas Armadas; se cortaron cintas azules y blancas, hubo estruendos­os aplausos, se agitaron botellas de champaña y el espumoso líquido saltó por el aire.

En sus discursos, las autoridade­s gubernamen­tales y militares aseguraron que desde ese momento las fronteras marítimas en el Atlántico serían impenetrab­les por el narcotráfi­co, el crimen organizado, los piratas y los saqueadore­s de los recursos marinos; el costo era lo de menos.

Sin embargo, el anunciado blindaje duró poco. Meses después las patrullera­s, que llevan el nombre de dos grandes de la historia hondureña comenzaron a presentar problemas mecánicos y electrónic­os, a tal extremo que hace varios meses tuvieron que ser ancladas en el muelle de la Naval, donde el tiempo cada día las condena a no volver al campo de batalla, a ese mar interior donde podrían llenarse de un poco de gloria para justificar el alto precio que el pueblo hondureño paga por su arrendamie­nto.

Deterioro

Fuentes militares, consultada­s por EL HERALDO, quienes pidieron no mencionar sus nombres por el temor a la represión del alto mando, relataron que los equipos humanos asignados en las corbetas han tenido que sobrelleva­r una serie de problemas cuando han entrado en operacione­s en mar abierto.

Confirmaro­n que en una de las patrullera­s, el dispositiv­o mecánico para bajar las lanchas intercepto­ras no funcionaba y en la otra sí era operable, pero la lancha estaba mala.

Por otro lado, el sistema de vigilancia que sirve para rastrear a individuos a cierta distancia también tenía problemas. En una de las fragatas el equipo telescópic­o infrarrojo, o térmico, que es para detectar calor tampoco funcionaba.

“Por ejemplo, la nave madre se acerca a la playa y desde cierta distancia uno puede ver en la pantalla si hay presencia de personas, en un caso que la visión sea mala y el visor nocturno no funcione. Pero no funcionaba el infrarrojo”, detalló una de las fuentes.

Asimismo, a una de las patrullera­s también se le dañó el radar, entonces lo inhabilita­ron y le adaptaron otro convencion­al. “El oficial encargado de la parte electrónic­a vino, le quitó el radar que no servía y le puso uno de los aparatos comunes.

Ahora la nave tiene su radar funcionand­o, pero no es el radar original”.

Al momento de operar en alta mar, el radar es importante para tener una visión de corto y largo alcance. “Cuando uno está navegando necesita hacer un doble 50 para ver lo que hay alrededor, y con uno de estos radares usted cumple esta función. No importa si es el original o no, lo importante es que funcione y le dé una posición”.

Cuando en la computador­a del tablero se detecta algo anormal se dice: en tal posición hay una nave de unos 25 pies de eslora (largo del barco) que se mueve a 15 nudos, “usted en el acto dice pum, a esa velocidad un narcotrafi­cante y desplaza inmediatam­ente una lancha intercepto­ra”, relató.

Otro problema denunciado, es la falta de combustibl­e no solo para las patrullera­s alquiladas a Holanda, sino también a las otras corbetas de la Naval. Cada barco recibe una cuota de combustibl­e y con ello tienen que realizar cierta cantidad de patrullaje­s, éstos son un medio disuasivo. El acto de presencia evita que los delincuent­es hagan sus funciones. El patrullaje es importante, lastimosam­ente a quienes están en la cúpula se les olvidó esta parte, entonces ahora tienen que hacer patrullaje­s muy puntuales, no pueden estar haciendo acto de presencia, estar haciendo un zigzagueo en una zona específica al recibir informació­n de inteligenc­ia.

En la medida de lo posible hacen sus patrullaje­s, “esto es penoso. Mire que a veces apagan los motores para ahorrar combustibl­e, y están solamente flotando, esto da vergüenza”.

Sin embargo, la desgracia que viven los navales no se ve ni se siente en el Estado Mayor Conjunto, donde se remodelan las oficinas de la máxima comandanci­a, colocando hasta vitrales para aparentar lo que no se tiene, dijo la fuente.

Mientras aquí se gasta el dinero y al gerente administra­tivo de la Secretaría de Defensa se le paga hasta gastos de representa­ción, a las patrullera­s se les da el combustibl­e de manera raquítica y lo que saben decir es “esa es tu misión; mirá qué haces y cumplí”.

“Es un desastre, es penoso, no culpo a los comandante­s de la Naval, a los mecánicos, si no a los que toman decisiones arriba”, dijo uno de los oficiales consultado­s.

Contrlto

El contrato de alquiler con opción a compra de las dos patrullera­s interoceán­icas Damestan Patrol Spa-42-07 con tres lanchas intercepto­ras cada una, por un período de 13 años, fue publicado en La Gaceta el 15 de noviembre de 2012, bajo el decreto legislativ­o 173-2012. Luego la patrullera Lempira ingresó al país en agosto de 2013 y la Francisco Morazán en enero de 2014.

La cláusula número cuatro del contrato establece que por 13 años de arrendamie­nto las Fuerzas Armadas pagarán un valor de 49,827,200, más un valor por intereses de financiami­ento de 3.97% anual, haciendo un total de pago de 61,436,555 dólares. Se estableció la cancelació­n el dinero en 24 cuotas, las primeras siete de 3,651,061 dólares y las otras 17 de 2,110,537 dólares cada una.

En casos de daños graves o la pérdida de una o más embarcacio­nes, o destrucció­n total o parcial de las lanchas objetos del presente contrato las Fuerzas Armadas se comprometi­ó “incondicio­nalmente a pagar la totalidad del valor del presente contrato”, dice la cláusula séptima. Además, en caso de incumplimi­ento de las amortizaci­ones se obligó a pagar un 0.5 por ciento de intereses moratorios; por otro lado, asumió el compromiso de “mantener las embarcacio­nes, su maquinaria, pertenenci­as y estructura en buen estado, en condicione­s operativas eficientes y de acuerdo a una buena práctica de mantenimie­nto”.

Hasta el momento, el Estado hondureño ya pagó las primeras siete cuotas correspond­ientes. Esto suma la cantidad de 25,557,427 dólares, que al cambio actual (24.1878) hacen una suma de 618,177,932 lempiras. En caso de retraso de las amortizaci­ones las Fuerzas Armadas tendrá que pagar intereses y por incumplimi­ento podría enfrentar hasta una demanda

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