Kevin: retrato hablado de una injusticia
En Honduras, la justicia es una señora aburrida que se duerme en las pilas de los expedientes engavetados en el olvido del hastío. Cuando a veces despierta, juzga adormecida con un ojo sellado por el destino de quien se atraviesa en su escandalosa suerte.
Eso pasó en el caso de Kevin Solórzano, luego de que la Sala de lo Penal de la CSJ decidiera repetir el juicio en contra de un exuniversitario, quien purga una condena de 33 años de prisión por un crimen que vuela en las dudas de una justicia sonámbula.
Kevin fue acusado de asesinato contra el exfiscal Edwin G. Eguigure en el año 2014. Desde entonces, los abogados de Kevin detallaron en el recurso de casación que se encontraron múltiples irregularidades en el proceso del juicio. Uno de ellos es que el Tribunal de Sentencia se excedió totalmente en los plazos para la suspensión del juicio que debía desarrollarse entre los primeros 15 días, pero que este se retrasó casi cuatro meses, luego, siete años, es decir, se manifestó una justicia tardía, y lo que es peor, una injusticia lenta, como una tortura que despelleja a la víctima centímetro por centímetro, como si se arrancaran las hojas de un calendario atrasado en el tiempo.
Los abogados defensores de Kevin dijeron con firmeza de juristas que el Tribunal de Sentencia no tenía competencia para realizar el enjuiciamiento, porque este “conoce de órganos de estructuras criminales organizadas que deben ser tres o más personas que se constituyan para cometer delitos y, en este caso, solo hay un acusado, pues en la manera a la que se aluden los hechos, no hay una definición que se refiera a un grupo delictivo organizado”.
Pero a Kevin se le denegó en la “audiencia de proposición de pruebas la posibilidad de incorporar elementos de evidencias legítimas que estaban en el expediente del MP que eran decisivas para demostrar que las investigaciones apuntaban a otros culpables y el Tribunal de Sentencia no admitió esas evidencias”.
Más que independencia, es una tiranía jurídica que no acepta demostraciones de inocencia cuando hay que desbaratar lo mediático, como un crimen de impacto, y eso hay que resolverlo como sea, por el bien de apagar la sed de “justicia” que el país sufre, a veces desde la misma CSJ, misma que esta vez, se plantea un principio de inocencia que se basa, además, en consideraciones de derechos humanos, evaluando que es infinitamente mejor que un delito se quede sin culpable y sin castigo a que una persona inocente sea castigado, por parte del Estado, por un delito que no cometió, por todas las consecuencias que esto conlleva para el condenado, en cuanto a su libertad, antecedentes, vida laboral, personal, emocional y económica.
Ahora, casi siete años después de estar privado de libertad, Kevin se pondrá una vez más frente a la justicia luego de que la CSJ haya dictaminado repetir el juicio. Ojalá eso también suceda con miles de inocentes que aún esperan que, desde los barrotes, el retrato hablado de la verdad les trace unas líneas de justicia verdadera
En Honduras, la justicia es una señora aburrida que se duerme en las pilas de los expedientes engavetados en el olvido del hastío”.