El marxismo es la brújula del país
El Partido Comunista de China (PCCH) se autofelicita entre banderas y patriotismo, y proclama:
En la celebración de los 100 años de fundación del Partido Comunista de China (PCCH), el país asiático proclama que el marxismo sigue vivo y siendo la brújula de su desarrollo.
La celebración de los 100 años de fundación del Partido Comunista de China (PCCH) ha tenido lugar en la emblemática Plaza de Tiananmen, la misma que en 1989 fue el epicentro de multitudinarias manifestaciones de estudiantes y obreros chinos a favor de la democracia en su país, las que fueron reprimidas por el ejército chino, dejando miles de muertos.
32 años después de esos sucesos, la misma plaza de 440,000 m² es atravesada por una inmensa alfombra roja, sobre la cual avanzaron con paso marcial militares de las tres armas, impecablemente alineados, en ocasión de las celebraciones de la centenaria organización política que gobierna el gigante asiático desde 1949.
Por la ocasión, el jueves por la mañana resonaron en Pekín 100 disparos de cañón para conmemorar el centenario, y la patrulla acrobática del ejército del aire, compuesta por aviones de combate, sobrevoló la plaza de Tiananmen, dibujando en el cielo haces rojos, amarillos y azules. Algunos helicópteros formaron en el cielo el número “100”, algunos con la bandera del partido, con la hoz y el martillo amarillos sobre fondo rojo. Horas antes del comienzo de la ceremonia, miles de jóvenes se encaminaron hacia la plaza de Tiananmen, sometida a medidas de seguridad draconianas. Los participantes contaron a la AFP que no se les permitió llevar teléfonos móviles.
El marxismo sigue vivo
El acontecimiento ha servido al régimen chino para decir al mundo que el marxismo sigue vivo, que sigue siendo la brújula del país, pese a las radicales reformas llevadas a cabo en los últimos 40 años gracias a la economía de mercado. Pero también, la ventana de un fuerte mensaje político del presidente Xi Jinping, quien, vestido con un traje gris abotonado del estilo de los de Mao Zedong, habló desde el balcón de la Puerta de Tiananmen y enfatizó el papel del partido a la hora de alzar a China a la relevancia internacional, añadiendo que nunca se alejará del pueblo. Xi ha dicho que “¡El tiempo en el que el pueblo chino podía ser pisoteado, en el que sufría y era oprimido ha terminado para siempre!”. “Nunca hemos intimidado, oprimido o esclavizado a la gente de otra nación, ni en el pasado, ni durante el presente, ni en el futuro”. “Al mismo tiempo, el pueblo chino no permitirá en absoluto que ninguna fuerza extranjera nos intimide, oprima o esclavice y quien lo intente se encontrará con cabezas rotas y un derramamiento de sangre frente a la Gran Muralla de hierro de los 1,400 millones de ciudadanos chinos”, advirtió. Las declaraciones de Xi se producen con China en inmersa rivalidad cada vez más acentuada con Estados Unidos por el estatus de potencia mundial, y enfrentada con India por su disputada frontera. Beijing reclama también islas no habitadas en manos de Japón y casi la totalidad del Mar de la China Oriental, al tiempo que amenaza con invadir Taiwán, con quien Washington impulsó su relación y las ventas militares. Beijing enfrenta también duras críticas por un supuesto abuso de poder en su territorio, incluyendo la detención de más de un millón de uigures y de otras minorías musulmanas para su reeducación política en la región noroccidental de Xinjiang, y por encarcelar o intimidar a quienes considera posibles rivales desde Tíbet a Hong Kong