Diario El Heraldo

DON MARIO ME CONTÓ... DOÑA NORA AL GENERAL MELGAR: “¿QUIÉN ARRANCÓ LAS PLANTAS DE MI JARDÍN?”

AL GENERAL MELGAR CASTRO LE GUSTABA QUE LE CONTARAN LOS CHISTES QUE SE INVENTABAN DE ÉL. “SI TE ESCUCHAN QUE ME DECÍS `CAITÍO', TE MANDO AL CALABOZO” –LE DIJO MELGAR CASTRO A DON MARIO

- Indio de Marcala Chistes

Desde el jeep militar descapotad­o en el que se conducía, el general Juan Alberto Melgar Castro levantó su mano derecha y gritó: “¡Adiós, pelo de rata!”.

En la acera del Parque Central, a unos pasos de la Catedral, estaban Mario Hernán Ramírez, Servio Tulio Mejía y Héctor Maradiaga.

Ese peculiar saludo –me cuenta don Mario–, era para Servio Tulio, pues tenía el pelo canoso. Su reacción nos sorprendió a todos:

–¡Tu madre, hijuelagra­nputa!

CASTRO EN UN EL GENERAL MELGAR

ATRÁS, DE PRESIDENCI­AL. EVENTO

MARIO HERNÁN ANTEOJOS, DON RAMÍREZ.

Los escoltas del general y jefe de Estado, al escuchar el insulto, saltaron a la calle y cuando estaban a punto de caerle a culatazos a Servio Tulio Mejía, el propio Melgar Castro dio un brinco y a pasos agigantado­s impidió la golpiza.

–No jodan, hombre, no le peguen, deténganse, es amigo mío.

Allí, en plena calle, los cuatro hombres se saludaron con abrazos.

Don Mario suelta una carcajada con el recuerdo de la anécdota.

Mario Hernán Ramírez conoció a Juan Alberto Melgar Castro en la Escuela Vocacional Técnico Militar cuando este era recluta de la Guardia de Honor Presidenci­al y llegaba a almorzar al comedor en la vieja Penitencia­ría Central.

“Estamos hablando de 1947; Melgar tenía unos diecisiete años. Acababa de llegar de Marcala. Le decían `Caitío', porque al inicio andaba con caites. Era puro indio de La Paz”, relata don Mario.

Ambos se volverían a encontrar muchos años más tarde, cuando Melgar Castro era mayor del Ejército y don Mario uno de los mejores periodista­s del país.

¡Qué me iba a imaginar que `Caitío' –dice don Mario– llegaría a general de división y jefe de Estado!

En una ceremonia para premiar a destacados periodista­s hondureños, el general Melgar Castro fue invitado a colocar hojas de laurel de oro a los homenajead­os.

–Hola, `Plora' –le dijo suavemente Melgar Castro a don Mario, mientras se aprestaba a colocarle el botón de oro.

–Hola, `Caitío' –respondió don Mario.

–Mirá, jodido, si te oyen diciéndome así te mando al calabozo.

–Y yo te mando al sótano, ja, ja, ja.

“Es que a mí me decían `Cantimplor­a' en la Escuela Vocacional y con el tiempo me quedé con `Plora'. Los dos nos comenzamos a reír en medio de la ceremonia”.

Pocos personajes hondureños han sido blancos de tantos chistes como el general Melgar Castro.

Uno de los más populares de la época era uno que contaba que su esposa, doña Nora de Melgar (la primera mujer en aspirar a la presidenci­a de Honduras), había ido al África a conseguir plantas exóticas para sembrar en el jardín de su casa en Los Laureles.

Al regresar los sembró y luego emprendió otro viaje, esta vez al Amazonas, a buscar más plantas.

Cuando doña Nora regresó – cuenta don Mario–, encontró que todas las plantas que había sembrado habían sido arrancadas y estaban secas.

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FOTOS: CORTESÍA
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El general Melgar Castro (primero a la derecha), en una ceremonia en el gobierno de `Monchito' Cruz (al centro).

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