En la recta final
Según los planes del gobierno, el próximo día 15 de octubre se inaugurará el aeropuerto de Palmerola y, en esa fecha, al menos en papel, el centenario Toncontín pasará a ser una terminal para vuelos nacionales y de carga, y Tegucigalpa se quedará sin aeropuerto internacional.
Ahora sí, parece que el temido día de la anunciada muerte de Toncontín está a pocos días de concretarse, y que si bien las millonarias obras ejecutadas en Palmerola no están concluidas en un 100%, el acto de inauguración se realizará tal cual ha venido siendo planificado.
Palmerola alzará vuelo en medio de las controversias que han rodeado todo el proceso de concesión de la obra, los términos del contrato, las enmiendas que se le han hecho al mismo, en su mayoría a favor del concesionario, y las millonarias pérdidas proyectadas para el Estado que comenzará a recibir el pago del canon de un 10% de los ingresos brutos por concepto de la tarifa de salida de pasajeros internacionales, hasta que la misma supere los 600,000 pasajeros anuales.
Por ahora, no se ha proyectado el golpe que tendrá para la economía de Tegucigalpa y el turismo local la reducción de las actividades en Toncontín. Lo que si está claro es que Palmerola pasará a ser el aeropuerto más grande y moderno de Honduras, pero no de la región centroamericana, y que los retos para equipararse siguen siendo altos.
También es cierto que Toncontín no debe dejarse morir y que hay que trabajar para garantizar su operatividad en el tiempo, por muchas razones: las de seguridad, dicen los expertos, y las de operatividad en caso de emergencias y desastres naturales, tal cual sucedió con el paso destructivo de los huracanes Mitch, en 1998, y Eta y Iota en 2020, cuando Toncontín fue la puerta de entrada para la conectividad y apoyo internacional requerido para hacer frente a las emergencias