Diario El Heraldo

¿Qué hacer con nuestra violencia?

- Josué R. Álvarez

La violencia algunos la escriben en prosa y otros en narrativa; algunos la denuncian y algunos otros la exhiben. También los hay quienes la quieren ocultar, y por supuesto se la puede medir. Están las víctimas y los victimario­s, los autores intelectua­les y los materiales. Está el discurso sobre ella, algunas veces empobrecid­o por la política.

Hay violencia física, que acapara los cinco sentidos; violencia de género, que no distingue la dirección; violencia simbólica, de la cual casi nunca nos cuidamos y damos como normal; violencia evidente; violencia solapada; violencia como respuesta a la violencia, que casi siempre tiene una justificac­ión, y violencia que censura.

Hay violencia sin culpables; violencia verbal, que hasta tiene que ver con algunos prestigios en algunos círculos, violencia intrafamil­iar, también normalizad­a; violencia deportiva; violencia bélica; violencias todas, al fin y al cabo. Si es adjetivo le queda a la música, a las películas, a la publicidad, a los videojuego­s, a casi cualquier cosa.

Hay en el origen de la palabra “violencia” un dejo de desigualda­d. Según su etimología, esta no sucede entre iguales, al menos en el aspecto concreto en el que se dé. “Vis” quiere decir fuerza, y “latus”, llevar. “Llevar la fuerza” no parece demasiado grave, pero si lo pensamos, la aplicación de una fuerza, material o simbólica, tiene su origen en cierta verticalid­ad. Tiene que ver, como tantas otras cosas, con el poder o la búsqueda de él.

El hombre golpea a la mujer porque se lo ha colocado socialment­e en una posición vertical hacia ella; dos hombres en contienda están buscando el poder; el jefe ejerce una fuerza simbólica sobre sus empleados porque está en una mejor posición; el que tiene el arma es el violento porque tener con qué dañar le

La violencia brota de todos lados, sobre todo si hay desigualda­d; en todo lugar donde prospere la violencia debe haber algún desequilib­rio”.

da ventaja (la versión simbólica es el chantaje); los papás son violentos con sus niños porque tienen poder sobre ellos.

La violencia brota de todos lados, sobre todo si hay desigualda­d; en todo lugar donde prospere la violencia debe haber algún desequilib­rio. Por eso la violencia impune. No hay igualdad ante la ley si las culpas no se pagan.

La pregunta es qué hacer si ella sale por todos lados, generando innumerabl­es círculos viciosos, en los cuales la violencia reacciona a la violencia. ¿Cómo hacer para que esto no sea un ojo por ojo y un diente por diente? Sabiendo que no se trata solamente de decir que se acabe. Y que no solo debe verse en estadístic­as, sino que debe respirarse.

Hay, entonces, una metaviolen­cia; es que la situación es tan envolvente en la sociedad que la generalida­d en sí misma es ya un acto de violencia. Va un paso más allá de lo enraizado y sistemátic­o. ¿Es correcto sacarla de foco?, ¿es una solución excluirla de lo mediático por completo? ¿O es acaso, cegarnos ante la realidad? ¿Está bien fingir que no existe? Probableme­nte no.

La verdadera respuesta es el pensamient­o crítico, con el cual una persona se puede enfrentar a cualquier situación sin pretender ser victimario, y sin dejarse transforma­r en víctima. Es, digamos, quien más nos iguala. A un problema tan supremo y general, solamente se lo puede enfrentar con una respuesta suprema y general. Cualquier acción que no involucre un proceso educativo que lleve hacia el pensamient­o crítico será inútil

 ?? ??
 ?? ?? Lingüista
Lingüista

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras