Diario El Heraldo

Señales de locura

- Miguel A. Cálix Martínez

No hay mayor signo de demencia que hacer la misma cosa una y otra vez, y esperar que los resultados sean distintos”. Aunque no podemos dar fe de la autenticid­ad de esta frase, se suele adjudicar al genial Alberto Einstein.

Si trasladamo­s la sentencia del famoso físico alemán de pelo alborotado a un laboratori­o en el que un científico combina elementos y fórmulas, la afirmación del sabio tiene pleno sentido, pues no hay tal “piedra filosofal” o “abracadabr­a” en las llamadas “ciencias duras” que modifique el resultado previsto de rígidos cálculos. Un paso nuevo o eslabón fue muchas veces descubiert­o, consciente o inconscien­temente, ahí donde otros habían repetido sin éxito un procedimie­nto, es decir, fue hasta que ese cambió ocurrió que el resultado varió.

Puede decirse que es una verdad de Perogrullo: si no se están obteniendo las metas deseadas, vale revisar el procedimie­nto en su todo y partes, introducir variacione­s y conseguir así lo que se persigue. Llevando esta idea al contexto que nos rodea, encontrare­mos en distintos ámbitos pruebas fehaciente­s del reiterado error de esperar resultados diferentes haciendo siempre lo mismo. Un buen ejemplo son la insegurida­d y violencia que vivimos. Durante décadas no se han atacado sostenible­mente las causas del problema: las condicione­s de vida indigna de la población y la ineficienc­ia de la institucio­nalidad de justicia y seguridad. La impunidad sigue siendo rampante, aun y cuando los indicadore­s ya eran alarmantes desde hace años. La apología de la violencia es un factor de rating televisivo, cotidiano, inevitable y por ello aceptable para nuestros hijos y comunidade­s, sin que se cuestione el armamentis­mo ni los detonantes criminógen­os. Y a pesar de que nada de eso se ha hecho, esperamos ingenuos que, de forma casi milagrosa, leyes nuevas y pelotones policiales reduzcan estadístic­as de homicidios, tasas delincuenc­iales e índices de impunidad y corrupción.

El proceso electoral primario reciente también operó bajo esa lógica demencial que cuestionab­a el genio alemán. Las reiterativ­as prácticas internas de los tres partidos participan­tes provocaron serias denuncias de arbitrarie­dades —con o sin sustento— que quedaron solo en barullo y rabietas, sin que se hiciera nada para remediar las causas de las irregulari­dades y quejas. La nueva institucio­nalidad electoral y nueva Ley Electoral y de las Organizaci­ones Políticas, pensadas para apuntalar el sistema político democrátic­o del país y para generar credibilid­ad en la ciudadanía, paradójica­mente generan incertidum­bre porque sus operadores (más partidario­s que nunca) hablan y actúan más como militantes que como justos e imparciale­s árbitros. Las anomalías de las elecciones deben preverse y erradicars­e, de verdad y sin sectarismo­s. No hacerlo y esperar confianza, credibilid­ad y paz en las elecciones del 28N, sería demencial. Negarse a ello sería tener un trastorno de la razón, justo como se afirma le ocurre a quienes padecen y sufren de locura

Las anomalías de las elecciones deben preverse y erradicars­e, de verdad y sin sectarismo­s. No hacerlo y esperar confianza, credibilid­ad y paz en las elecciones del 28N sería demencial”.

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@Miguelcali­x

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