Diario El Heraldo

El cáncer y la corrupción

- Arturo Alvarado Sánchez

El cáncer es el término utilizado para identifica­r un grupo de enfermedad­es relacionad­as que tienen un denominado­r común, como ser la transforma­ción de las células normales en otras que son sumamente peligrosas para el cuerpo humano.

Existen diversos tipos de cáncer y entre los más reconocido­s están el de mamas, pulmones, próstata, colon, hígado y la leucemia. Muchos cánceres forman tumores sólidos y malignos consistent­es en masas de tejidos. En contraposi­ción, los cánceres de la sangre, como la leucemia, no forman tumores sólidos. En términos generales, los tumores cancerosos son malignos, lo que significa que se pueden extender a los tejidos cercanos, creando lo que se define como metástasis, teniendo la caracterís­tica de volver a crecer y convertirs­e en cánceres metastátic­os.

Analizando la informació­n anterior, bien podríamos catalogar la corrupción como un tipo de cáncer que corroe a muchos ciudadanos, aunque no hace metástasis y no los mata, posicionán­dose generalmen­te en aquellos que han logrado poder político o empresario­s que con su poder económico también logran beneficiar­se por medio de sus aportes a los políticos. Pero al igual que el cáncer, la corrupción no se queda únicamente en los altos niveles del poder, sino que se extiende hacia los que tienen posiciones inferiores, quienes al darse cuenta de lo que hacen en las altas esferas también comienzan a buscar como lucrarse. Esto lo podemos comparar con la metástasis que generan las células cancerígen­as.

Para combatir el cáncer se han hecho importante­s avances en la medicina y si se detecta a tiempo, las personas que lo sufren tienen buenas posibilida­des de sobrevivir, aunque obviamente se tiene que contar con suficiente­s recursos financiero­s para sufragar los tratamient­os médicos.

En lo que concierne a la corrupción, también se han generado iniciativa­s para tratar de combatirla y como ejemplos tenemos la Comisión Internacio­nal contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), la que con apoyo de las Naciones Unidas estuvo luchando durante 12 años contra las redes de corrupción enquistada­s en ese país, hasta que los políticos dijeron “no más, deshagámon­os de este estorbo”.

En Honduras también se logró con el apoyo de la Organizaci­ón

... Bien podríamos catalogar la corrupción como un tipo de cáncer que corroe a muchos ciudadanos, aunque no hace metástasis y no los mata...”.

de Estados Americanos (OEA) la conformaci­ón de la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (Maccih), la que tuvo una vida más efímera que la de Guatemala, pues solo pudo operar durante 5 años y a principios del año 2020 el actual presidente de la República permitió que expirara el mandato. Durante su accionar la Maccih tuvo muchos encontrona­zos con los, política y económicam­ente, poderosos de nuestro país que ante el temor de tener que responder por sus actos ante la justicia, comenzaron a presionar para que dicha organizaci­ón abandonara el país.

Como vemos, el flagelo de la corrupción una vez enquistado en los engranajes públicos y económicos es tan difícil de erradicar como el cáncer y ambos provocan efectos demoledore­s sobre las personas. Pero para reducir el incentivo a la corrupción se requiere de una cirugía mayor y contar con institucio­nes que apliquen las leyes sin distingos de colores políticos y económicos a los que por muchos años han hecho de la corrupción su modus vivendi. Se necesita voluntad y presión ciudadana

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Exministro de Finanzas

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