Estado laico y conjura de diputados
Cada cierto tiempo aparece un “iluminado” con curiosas intenciones de salvar a Honduras, su desatino incluye disparates, insensateces e ideas retrógradas; nos lo recuerdan ahora diputados, que con pensamiento simplista creen que los profundos problemas sociales se resolverán únicamente leyendo la Biblia; ya ni siquiera los religiosos instruidos se han quedado con eso.
Sobra decir la importancia de la Biblia para los cristianos, que deben leerla, estudiarla, conocerla y creerla; pero es competencia de los padres de familia instruir a sus hijos en la fe. Además, su libro sagrado deben enseñarlo especialistas que puedan interpretarlo, y no profesores obligados, que tienen una preparación académica, científica.
No es que los domine una despiadada ignorancia o que la impericia solo les alcance para anudarse la corbata, claro que no, estos diputados demagogos conocen la arraigada convicción cristiana de los hondureños, y pretenden ganar su confianza, simpatía, y lo que buscan desesperados, el voto.
La vida quiso ponernos como oyentes en algunos seminarios para políticos, en que carísimos instructores extranjeros, enseñaban a ambiciosos aspirantes a incluir siempre la palabra divina en sus discursos, mostrar sumisión a la fe y temor a Dios, como identificación inequívoca con la sensibilidad de los hondureños.
Sin duda hay muchos políticos con fe verdadera, legítima; pero conociendo, como conocemos a tantos de ellos, vencidos por la codicia, la intriga, la trampa, el embuste, la deslealtad y la falsedad, al escucharlos dando declaraciones en plan serio, nos remiten a las jornadas de capacitación.
Desde el siglo V se habla de
Es torpe decir que no atentan contra el Estado laico; sin contar el lío de escoger la Biblia que leerían, o la violación de la libertad de culto”.
separar Estado-iglesia, y fue lucha de la misma Iglesia Católica contra el “cesaropapismo” del Imperio Bizantino, que asumía en una sola persona rey y sacerdote; luego se retomó en el Renacimiento y se consolidó durante la Ilustración. No es solo porque sí que está en nuestra Constitución y la de tantos países, aunque los diputados de esto, nada.
El Congreso Nacional, si no fuera el negociador de unos cuantos y recipiente de ineptitud, podría legislar para atenuar la desigualdad, injusticia y miseria, que derivan en violencia y criminalidad; o fortalecer la cultura y la educación, promover y abaratar los libros, como salida del subdesarrollo, pero con estos señores...
Parecen concurrir dos situaciones entre estos diputados: primero, complacer a ciertos pastores beneficiados de todos los gobiernos y enriquecidos en nombre de la fe; segundo, congraciarse con parte de la Iglesia Católica y Evangélica, que son críticas en sus posiciones.
Es torpe decir que no atentan contra el Estado laico; sin contar el lío de escoger la Biblia que leerían, o la violación de la libertad de culto a Testigos de Jehová, pentecostales, bautistas, metodistas, luteranos, budistas, islamistas, o del que no cree en nada, que también es un derecho, les guste o no