Frenar la ola de violencia ya
El asesinato de tres miembros de la Policía Nacional el domingo anterior en una finca de la comunidad de Agua Amarilla, Trujillo, departamento de Colón, solo representa un eslabón más en la imparable ola de violencia, delincuencia e inseguridad que agobia a la población desde hace varios meses. Los uniformados fueron asesinados por hombres armados cuando atendían una denuncia ciudadana. Se supone que se trató de una emboscada. Lamentablemente, los uniformados pasaron a engrosar las listas del creciente número de víctimas de la violencia que se registran a diario en el país y de la que están siendo blanco personas de todas las edades y condición social.
Para nadie es desconocido que Colón (junto a su vecino Atlántida) es uno de los departamentos más violentos del país; el centro de bandas de narcotraficantes, del cultivo y elaboración de drogas; la sede de diversas estructuras criminales y de invasores de tierras, a pesar de lo cual en la zona han prevalecido la impunidad y la indefensión de su población.
La presidenta Xiomara Castro ha reaccionado inmediatamente y ordenó el estado de excepción en el departamento y la captura de los delincuentes. Ha dicho que este caso no quedará impune, y esperamos que así sea.
Pero también es urgente que se retome el control de la seguridad en la zona y que este sea el principio de la definición de nuevas políticas públicas que le permitan al Estado retomar la seguridad ciudadana en todo el país.
Se deben identificar acciones que les permitan abordar la problemática a corto, mediano y largo plazo, y al final, recuperar la gobernabilidad perdida.
Es cierto que no es una misión fácil, pero también lo es que esta es una tarea que, por la seguridad de la población, tiene que hacerse, y de manera urgente