Un acto de barbarie
Sí, el asesinato de cuatro mujeres, dos de ellas niñas, ocurrido la noche del lunes en la colonia 21 de Noviembre, en Olanchito, departamento de Yoro, fue un acto de barbarie. Como responsable de este caso que ha causado estupor ha sido detenido Enrique Aníbal Hernández Núñez, alias “El Chaparro” o “El Carpintero”, quien fríamente aceptó haber cometido el múltiple asesinato “por venganza”.
El ataque contra Reina María Matute (51), Lubys Esperanza Juárez (36), Nency Dayani Espinoza (10), una bebé de solo dos meses de nacida —víctimas mortales— y la joven Nely Elizabeth Juárez (19), gravemente herida, hizo saltar una vez más las alarmas ante el creciente número de femicidios que se han registrado este año en el país y, lo más grave, la impunidad que rodea los casos por la falta de investigación y persecución de los hechores, entre muchas otras causas que ponen a Honduras a la cabeza de las listas de países altamente peligrosos para las mujeres y las niñas.
Si bien es cierto que es importante que en este caso se haya identificado y capturado al supuesto asesino, sabemos que eso no ocurre con regularidad, por lo que crecen los cuestionamientos de la ciudadanía ante la ola de inseguridad que golpea a la población en general.
El grito unánime es que se fortalezcan las políticas públicas en materia de seguridad, pero principalmente de las unidades de investigación de los femicidios, que se asignen los presupuestos y que las autoridades involucradas asuman el compromiso de la ejecución, para garantizar su aplicación.
Las tareas pendientes son muchas y los desafíos también. El camino por recorrer es largo, pero la esperanza de que en el primer gobierno dirigido por una mujer se asuman y se impulsen con fuerza las políticas de protección de la vida de las mujeres y niñas es más grande. Es tiempo de avanzar en este propósito