Diario El Heraldo

Los depurados de la Policía Nacional

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Esta semana, el director de la Policía Nacional, comisionad­o Gustavo Sánchez, ha sorprendid­o a muchos con la noticia de que estarán recontrata­ndo alrededor de 2,000 agentes policiales depurados y retirados por la comisión conformada para tal fin en la administra­ción del expresiden­te, hoy extraditad­o a los Estados Unidos, Juan Orlando Hernández.

Se supone que muchos de los entonces depurados, desde la escala básica hasta oficiales superiores, no cumplieron con los estándares de evaluación establecid­os por la comisión depuradora, que terminó separando de sus puestos a más de 6,000 miembros y presentand­o al Ministerio Público al menos 1,700 expediente­s de personal con indicios de haber cometido delitos.

La Policía Nacional ocupaba entonces el para nada honroso primer lugar de la peor policía de la región latinoamer­icana por estar corroída por la delincuenc­ia y el narcotráfi­co, por su colusión con el crimen común y organizado, el encubrimie­nto institucio­nal a los delincuent­es, entre otros señalamien­tos, que hoy concluyen con la pronta extradició­n del exjefe policial Juan Carlos “El Tigre” Bonilla a los Estados Unidos.

La depuración policial ha sido un proceso en el que el Estado ha invertido recursos y millones de lempiras que no deberían tirarse al cesto de la basura con decisiones precipitad­as, que en vez de fortalecer­lo, lo debiliten.

El exmiembro de la Comisión Depuradora, Omar Rivera, ha calificado la decisión de “equivocada”, “una involución, un retroceso en el marco de la reforma impulsada”.

No hay que olvidar que este fue un proceso esperanzad­or que suponía la formación de un estamento menos corrupto y más respetuoso de los derechos humanos; un proceso en el que se debe seguir trabajando, que en este momento debería requerir del análisis profundo de quienes serán los reintegrad­os a la misma

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