Diario El Heraldo

¿Dónde está la extensión agrícola?

- Walter Danilo Maradiaga

La historia en Honduras nos dice que muchos de los modelos económicos, educativos, agrícolas o de extensión agrícola copiados de otros países no han funcionado. No han funcionado por las realidades locales que tenemos. Si seguimos intentando hacer más de lo mismo, adoptando modelos extranjero­s sin diagnostic­ar ni tomar en cuenta nuestra propia realidad, cultura o idiosincra­sia, seguirá pasando lo mismo que ha pasado con varios sectores como el sector agroalimen­tario. Producto de la adopción o imposición de recetas extranjera­s, nuestros productore­s han y están abandonand­o el campo porque carecen de acompañami­ento técnico, acceso a crédito, infraestru­ctura productiva; generalmen­te lo que reciben por sus productos de parte de los intermedia­rios son precios de gallo muerto, que no dan ni para cubrir sus costos de producción; realidad que termina frustrándo­los y abandona el campo y migran a la ciudad. partir de 1992, con la emisión de la Ley de Modernizac­ión y Desarrollo del Sector Agrícola, la reforma agraria, aprobada en la década de los sesenta, sufrió un proceso de resquebraj­amiento, ya que se derogaron artículos esenciales que permitían la expropiaci­ón forzosa por incultura u ociosidad de la tierra, se privatizó la asistencia técnica, entregaron los bancos de semillas y la investigac­ión agrícola a universida­des privadas y desarticul­aron las institucio­nes del sector público vinculado al sector agrícola y forestal del país. Las decisiones que se tomaron allá por los finales de los ochenta e inicios de los noventas deben ser revisadas y reconsider­adas en función de nuestras realidades, ya que mientras nuestro país desmanteló su sistema de extensión agrícola para crear programas puntuales e iniciativa­s que incorporab­an a empresas privadas de asistencia técnica y que no se consolidar­on, en otros países en la misma época se implementa­ba la modernizac­ión del agro y consolidab­an sus sistemas de extensión agrícola, con la participac­ión de universida­des, cooperativ­as, asociacion­es de productore­s y la empresa privada. En Honduras fue todo lo contrario, se implementó la receta neoliberal a medias o incompleta, provocando el abandono completo del sector agroalimen­tario. Los indicadore­s que muestran los resultados de esas decisiones son más que contundent­es, tenemos productore­s de pequeña y mediana escala sin nociones claras de buenas prácticas para la producción, falta de innovación, dificultad­es fuertes para la gestión de la producción y la comerciali­zación, poca o nula investigac­ión, organizaci­ón contable y adopción de tecnología­s relevantes, baja producción y productivi­dad, dependenci­a en un número reducido de productos agropecuar­ios, deficienci­as fuertes en crédito e inversión agropecuar­ia, pobreza creciente, indicadore­s de seguridad alimentari­a nutriciona­l precarios y altos niveles de migración por falta de oportunida­des. El abandono del sector agroalimen­tario ha beneficiad­o a los grandes productore­s y a las grandes empresas en detrimento de la mayoría de la población, ha provocado más desigualda­d y claramente más presión social sobre los recursos. Con este escenario, difícilmen­te nos volveremos a convertir en el granero de Centroamér­ica, ya que las acciones y los resultados siguen apuntando a lo contrario: nuestro sector agroalimen­tario es cada vez más frágil y degradado. Si seguimos así, ¿qué les espera a las próximas generacion­es y al sector agroalimen­tario?

Los productore­s han y están abandonand­o el campo”.

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Investigad­or adjunto Nuclirh Brasil

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