Diario El Heraldo

La adhesión de las mentes

- Fernando Erazo Profesor del ITS-TELA UNAH

Muchas son las historias de amor, otras son solo historias, pero otras más son aquellas en donde ocurren momentos que se tatúan en nuestras mentes, aquellas en donde surge de una profunda raíz un frondoso árbol, nadie ha podido entender el actuar de los seres humanos.

César era un citadino que hace algunos años había llegado a Caná, mientras que Sofía había quedado sola muy joven puesto que sus padres habían pedido refugio en el extranjero porque en el mundo ya casi estallaba la tercera guerra mundial.

César Antonio era un intelectua­l, le apasionaba la religión, la ortografía, la historia, la política, la literatura, entre muchos otros temas, y Sofía leía desde que estaba pequeña, tenía criterio propio, era como el agua, así vivía así sentía, ella sin imaginarlo regaría el surco de la inspiració­n de aquel que la buscaba pero no esperaba encontrarl­a, y que solamente con el cruce de unas palabras se desataría un torbellino lleno de parsimonia, una sonrisa y una actitud vehementes, eran capaces de cautivar a aquellos que miran más allá de lo físico, a los que se esconden detrás del pensamient­o. Fue así cuando un martes por la mañana chocaron estos dos personajes en la entrada de la biblioteca, no sé si por el frío o por la prisa, o ya era el destino que los estaba presentand­o, él le recogió su bufanda y estando ya en la biblioteca coincidier­on con estar leyendo el mismo libro, al darse cuenta en sus rostros se dibujó una sonrisa, él se acercó hasta donde ella estaba, y sus miradas penetraron en sus almas, hablaron un par horas, entonces cuando faltaban algunos minutos para las 12, el sacerdote se despidió de la joven esposa del alcalde, sus labios no se rozaron siquiera, pero sus almas se abrazaron, y sus pensamient­os se fundieron, y desde ese día ambos frecuentan la biblioteca coincidien­do en días y horas. (Cuento)

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