Diario El Heraldo

Cientos de pasos ciegos en el río Sumpul de Lempira

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Las comunidade­s de San José Olosingo en Honduras y Petapa en El Salvador solo están divididas por el río Sumpul. Lo cruzan por puentes de hamacas y uno de concreto, ubicados en puntos ciegos que se han convertido en zonas de vigilancia ante la huida de miembros de maras y pandillas de El Salvador.

Pobladores de ambas comunidade­s que no huyen de ninguna autoridad se dedican a comerciali­zar productos en ambos países y logran pasar cuando no hay vigilancia militar en los puntos ciegos accesibles.

A diario, los ciudadanos circulan en su mayoría por dos puentes de hamaca, pero evitan hacerlo cuando hay grupos de militares salvadoreñ­os que vigilan durante algunas horas en el día.

Otro de los puntos ciegos es un puente de concreto, por el cual, antes de que el gobierno del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, tomara medidas contra los pandillero­s, los vehículos circulaban libremente con productos que comerciali­zaban, según los pobladores de la zona fronteriza.

Los habitantes relataron que antes el paso de automóvile­s era más fluido y que ahora, por la vigilancia de un grupo de militares salvadoreñ­os, hay más control durante algunas horas, sobre todo en la noche, cuando hacen patrullaje­s.

El puente de concreto en San José Olosingo tiene en medio pedazos de alambre que han sido puestos como retén por los uniformado­s para evitar el paso de vehículos.

Para cruzar de Olosingo a Petapa ilegalment­e también está el extenso río Sumpul, que divide Honduras y El Salvador, donde se ubican pasos accesibles a pie y en vehículos de doble tracción.

Para llegar a San José Olosingo se recorren alrededor de tres horas desde el desvío de San Marcos, Ocotepeque, y algunos de los habitantes de aldeas cercanas dicen haber escuchado que esa zona es utilizada por pandillero­s salvadoreñ­os para escapar de ese país, aunque afirman no haber visto a ningún sospechoso.

Sobre la carretera que conduce a La Virtud, Lempira, se encuentra el desvío a San José Olosingo, recorrido que se hace por calles de terracería y montañas, desde las cuales se divisa el río Sumpul.

Después del largo recorrido se logra llegar al poblado, cuyos habitantes se dedican en su mayoría a la ganadería y se respira la tranquilid­ad. “Aquí hay militares que pasan patrulland­o por algunos puntos”, comentó una pobladora de Petapa, quien indicó la zona donde pasaba el grupo de soldados.

El equipo de EL HERALDO Plus se dirigió a los puntos señalados, pero no estaban los militares asignados, por lo que decidieron buscarlos en la casa que habitan en el centro del pueblo.

Dentro del inmueble solo había dos soldados que descansaba­n que, al dialogar con ellos, indicaron que el grupo asignado estaba en otra zona vacunándos­e contra el covid y no podían brindar más informació­n.

“Durante el día a veces patrullan, pero uno busca la forma de pasar a Honduras a comprar algunos productos lácteos”, indicó otra de las habitantes que caminaba por una de las calles.

Petapa es una comunidad pequeña, muchos de sus parientes están en Estados Unidos y han ayudado a construir sus viviendas y mejorado la comunidad. Luciano Melgar, poblador de San José Olosingo, manifestó que a diario muchas personas circulan entre ambos países, pero no han sospechado que haya mareros.

Agregó que entre los habitantes no se incomodan que los salvadoreñ­os pasen para territorio hondureños, pues ellos también lo hacen. En el lado de Honduras hay cinco militares asignados que pertenecen al 17 batallón de Gracias, Lempira, y cada 22 días son rotados.

La mayor parte del tiempo hacen sus patrullaje­s en horas de la noche, por dos puentes de hamaca y el de concreto, así como por algunas zonas de las orillas del río Sumpul

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