Xiomara Castro y la Cumbre de las Américas
Para el mes próximo está convocada por el presidente estadounidense Joe Biden la Conferencia de las Américas a celebrarse en Los Ángeles, California. La convocatoria se hace para expresar el “compromiso histórico con los pueblos del hemisferio occidental, así como nuestra determinación de hacer realidad la iniciativa para reconstruir un mundo mejor”.
El antecedente más inmediato de este tipo de reuniones se sitúa en la Cumbre de las Américas
llevada a cabo en Miami, Florida, del 9 al 11 de diciembre de 1994.
En aquella reunión de jefes de Estado o de gobierno se sentaron las bases sobre las cuales, en un plan de acción, se enmarcaron las actividades de las naciones del continente.
En la conferencia hubo un compromiso por el fortalecimiento de la democracia. A través de organismos competentes como la OEA, de igual manera, hubo promesas de fortalecer las instituciones estatales.
Se reconoció que la democracia se fortalece mediante la modernización del Estado. En la retórica de los representantes en dicho cónclave, las reformas vendrían a agilizar el funcionamiento, reduciendo y simplificando las normas y los procedimientos gubernamentales, aumentando la transparencia y la responsabilidad democrática. El objetivo final, según los proponentes, era mejorar la satisfacción de las necesidades de la población, especialmente de las mujeres y los grupos más vulnerables, incluidos las poblaciones indígenas, los discapacitados, los niños, ancianos y minorías.
Desde aquel primer esfuerzo continental se reconocía —según lo declarado— que la democracia requiere que la corrupción sea combatida de manera integral, toda vez que constituye un factor de desintegración social y distorsión del sistema económico que al final socava la legitimidad de los pilares de una democracia auténtica.
Se reconoció los efectos nocivos que genera el crimen organizado y las drogas sobre la economía y los valores éticos, la estructura social y la salud pública. Hubo un compromiso para formular estrategias para el desarrollo alternativo en aquellos países en donde existen cultivos ilícitos.
Como era de esperar, después de casi tres décadas la situación de los países de esta parte del planeta no solo se ha estancado, sino que en muchos temas ha empeorado.
La retórica sobre la convocatoria a esta conferencia sigue siendo la misma: excluir a todos aquellos gobiernos que disienten con la política de Estados Unidos, en este caso, Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Un potente movimiento se ha levantado en contra de esa intransigente línea de la nación del norte. La iniciativa a esa respuesta la encabeza México, cuyo presidente Manuel López Obrador ha reclamado —con la dignidad de una nación independiente— que si no participan los países excluidos de la invitación, la conferencia deja de ser una expresión del continente americano, posición que ha sido abrazada por muchos gobiernos, incluyendo a la presidenta Xiomara Castro, quien ha fijado la posición de Honduras en el sentido que “si no estamos todas las naciones, no es Cumbre de las Américas”.
Algo nuevo está surgiendo en el continente americano. Ojalá prospere
Un potente movimiento se ha levantado en contra”.