Labor informativa bajo asedio
Uno de los pilares, y quizás el más importante, de las democracias, es el derecho a la información. No es posible hablar de un sistema democrático sin que haya medios de comunicación libres, y tampoco encontramos medios libres en un sistema que no sea el democrático. Ambas son condiciones necesarias para coexistir.
Ejercer esta labor nunca ha sido fácil, pero hoy en día no hay motivos para ser optimistas. Los medios de comunicación viven actualmente días difíciles; la libertad de prensa y la libertad de expresión en el país y en el continente están bajo asedio.
“En casi todo el continente la labor informativa se desarrolla en entornos más deteriorados (...). Más tóxicos”, decía ayer en un foro de la emisora RCV Emanuel Colombié, director regional de Reporteros sin Fronteras, desde Brasil.
Y así es. Los medios y los periodistas están siendo objeto de ataques, incluso de sectores en los que sin conocer o queriendo desconocer su rol cuestionan la labor que a diario ejercen en situaciones adversas como las que se viven en Honduras, considerado uno de los países más peligroso del continente para ejercer esta profesión, con más de 90 comunicadores asesinados y casi todos en la impunidad.
Pero aún bajo el ataque de quienes incluso están obligados a ejercer el papel controlador y auditor para el que fueron creados, la prensa y los periodistas no han dejado de lado su labor de fiscalizadores del poder, de abanderados del respeto de los derechos humanos y de las libertades de expresión, información y de prensa; de luchadores para que esos derechos no se vean conculcados, y de esta manera, los gobiernos, de cualquier color e ideología política, garanticen debidamente su respeto. Y no cesaremos en tal empeño porque una sociedad sin medios es más débil, más corrupta y menos transparente