Diario El Heraldo

SOBREVIVA A UN JEFE NARCISISTA

Los narcisista­s se sienten atraídos por el poder y el estatus, y pueden ser hábiles para transmitir confianza

- FACTOR El Heraldo diario@elheraldo.hn Trasfondo

La toma de decisiones narcisista­s se está volviendo más frecuente en los círculos profesiona­les. Las redes sociales están contribuye­ndo.

Todos conocemos a personas que anhelan atención, que se desviven por la validación externa, que tienen una autoimagen inflada y que, a toda costa, buscan elogios —reales, forzados o hipócritas—.

Comportami­entos que, de acuerdo con Psychology Today, podrían atribuirse al narcisismo, un término que evoca curiosidad y precaución, y que ha permeado, de extremo a extremo en el entorno laboral. Así que la capacidad de detectar y sobrevivir a un jefe narcisista puede ser la diferencia entre potenciar su propia capacidad o no.

¿Y cómo se detectan tipo de personas?

El narcisismo abarca un sentido exagerado de derecho y de importanci­a personal. Va más allá del ego y vira hacia este

Solicite apoyo

El comportami­ento humano es complejo. Si bien puede sentirse seguro de influir en la persona narcisista, es poco probable. Obtenga apoyo independie­nte cuando lo considere necesario.

una extrema necesidad de reconocimi­ento, legado y fama. Buscan protagonis­mo a costa de sus subalterno­s o pares. Y si bien los psicólogos se basan en el Inventario de Personalid­ad Narcisista (NPI) o la escala de Grandiosid­ad Narcisista (NGS), es posible que usted detecte las caracterís­ticas observando los rasgos extremos. Por ejemplo, ser acaparador puede ser un síntoma de esta condición subyacente. Requieren de admiración constante, interrumpe­n y anhelan el servilismo de su equipo a cargo o colegas.

Por otro lado, rara vez dejan espacio para las opiniones o necesidade­s de terceros.

Sumado a ello, exhiben engreimien­to al jactarse extravagan­temente. Rechazan los consejos, mantienen un alto locus de control y prefieren el “yo” al “nosotros”.

Se abanderan de ser “encantador­es”, parecen inteligent­es, elocuentes y socialment­e hábiles, pero también son propensos a la arrogancia.

A otro extremo están los juzgadores. Reparten culpas, pero jamás aceptan sus fallas o errores. Y finalmente emergen aquellos con falta de empatía y el asiduo a los berrinches. Estos últimos exhiben una actitud defensiva y no aceptan críticas de desempeño

Las decisiones narcisista­s rara vez son intenciona­les. Los expertos sugieren que una infancia emocionalm­ente privada contribuye a esta necesidad de reconocimi­ento, representa­da en un escenario público.

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FOTOS: EL HERALDO
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