La lucha contra la corrupción
La lucha contra la corrupción en países como Honduras es imperativa. La corrupción es la causa de muchos males, es la principal semilla de la pobreza, de la violencia, de la delincuencia, de la migración ilegal.
El que los fondos públicos destinados a obras sociales, a salud, a educación, a infraestructura, entre otros, vayan a quedar en manos de quienes están llamados a ejecutarlos con las manos limpias no puede seguir permitiéndose, porque el país no puede darse el lujo de que sus exiguos presupuestos sean el botín de quienes llegan al poder precedidos de ofertas electorales relacionadas con hacer las cosas diferente.
Lograr que los funcionarios hagan las cosas bien es papel de todos los actores sociales: la población, observando y exigiendo que lo prometido se cumpla, denunciando las irregularidades que detecte; las organizaciones civiles, acompañándoles en ese proceso; los medios de comunicación, cumpliendo con su papel de denuncia; las instituciones del Estado, cumpliendo con su papel para investigar y castigar a los ladrones. La impunidad debe frenarse desde todos los espacios.
Las denuncias, como la que recientemente hizo el Consejo Nacional Anticorrupción sobre Banasupro y la Sedis, son importantes y a ellas debe dárseles seguimiento, pero eso no es suficiente. Denuncias de este tipo deberían estar documentándose, denunciándose y judicializándose en tiempo real, como se dice en estos tiempos en los que la tecnología prevalece y marca el accionar de las sociedades en diferentes campos.
Hay que reforzar los mecanismos para ver cómo los corruptos están actuando hoy, no darles tiempo de recomponerse con informes hasta desfasados; hay que impulsar campañas educativas en favor de la transparencia, entre muchas otras acciones.
La corrupción es un mal que debemos enfrentar desde todos los flancos