Las Américas, en pedazos
Estados Unidos desarrolló con gobiernos, la sociedad civil y el sector privado en la región una agenda conjunta e hizo la convocatoria de la Novena Cumbre de las Américas en Los Ángeles, California; una enorme ciudad con profundas raíces con el hemisferio. Una agenda trazada con prioridades y desasosiegos, entre las que se encuentran la pandemia y la desigualdad con su rastro criminal que ha dejado los sistemas sanitarios, las amenazas a la democracia, la crisis climática, la falta de acceso equitativo a oportunidades económicas, sociales y políticas; la corrupción, el narcotráfico, la migración, entre otros temas encendidos que engullen a la región, pero que no son importantes para muchos jefes de Estado que confunden la realidad con la ideología, la razón con el discurso, mismo que termina en los basureros del populismo que no detiene a nadie para que no huya de su país.
Estos gobernantes, ni aun sabiendo que la migración fue el tema principal de la Cumbre, en la cooperación para frenar los flujos migrantes, con la esperanza de utilizar nuevos anuncios económicos y migratorios para demostrar cohesión en una región de política fracturada y, en ocasiones, de escepticismo arraigado hacia EE UU, que quiere plantear una imagen unificada del hemisferio al abordar de nuevo la migración, pero los actores clave no se encontraban por ninguna parte.
Algunos andaban desayunando con el fantasma de Hugo Chávez, otros sudando la calentura de Daniel Ortega y visitando las vitrinas vacías del socialismo cubano.
En la última Cumbre de Lima estuvieron presentes 34 jefes de Estado, pero a Los Ángeles solo acudieron 23 países, algunos sin sus presidentes, ya que les pudo más la soberbia política que las soluciones conjuntas para nuestros países abatidos por el populismo y sus remendadas ideologías que suelen ser menos radicales cuando ven el dólar ondeando en sus territorios.
Esa fue la decisión de varios líderes de boicotear la Cumbre, como México, Guatemala, El Salvador y Honduras: países que EE UU ha trabajado duro para cultivar, siguió siendo un punto de fricción visible. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, canceló la cita por no estar de acuerdo con que países como Nicaragua, Venezuela y Cuba no fueran invitados. A esa se sumaron otras cancelaciones, especialmente de los países centroamericanos que juegan un papel importante para los EE UU en términos de migración. En cambio, el presidente Joe Biden asistió todos los días de la Cumbre, al igual que la vicepresidenta Kamala Harris.
Mientras eso sucedía, muchos gobiernos latinoamericanos han formado nuevas alianzas con China, Rusia y Turquía. China está muy presente en América Central y del Sur, celebrando contratos con muchos países para grandes proyectos de infraestructura, como puertos en El Salvador y Panamá o un estadio en Nicaragua. Rusia, por su parte, está cultivando cada vez más relaciones económicas con Perú, Venezuela y con Brasil en el sector militar.
Es verdad, cada país tiene el derecho a construir su propio destino; pero el continente está ahora más dividido que nunca, y la globalización se ha rearmado de estrategias para tener una América ejemplar y fuerte: tan fuerte que aún no se muere de hambre y tan ejemplar que sigue siendo fiel a las cavernas políticas de líderes en desuso
Muchos gobiernos han formado nuevas alianzas”.