“No fue culpa tuya ni mía”
Donde hay poca justicia es un peligro tener la razón”. Francisco de Quevedo. Como si fuese un tablero de ajedrez, se juegan las mejores y peores piezas en el tablero de la justicia.
Mover estrategias es mover el poder, porque el requisito más importante es estar en la mano del que juega “mejor” en esta vergüenza de elección para ser magistrado de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), más allá de los requisitos que manda la Constitución de Honduras. Las próximas piezas del juego serán “elegidas” en unos días, y tendrán un ejercicio de 7 años en el
Poder Judicial, por lo cual han movido todas las fuerzas oscuras del círculo del poder, porque ese es el requisito más importante, lo que dicta el artículo 309 constitucional, donde exige que el aspirante a magistrado debe ser hondureño por nacimiento, ciudadano en el goce y ejercicio de sus derechos, abogado debidamente colegiado, mayor de 35 años de edad, experiencia profesional, independencia, imparcialidad, responsabilidad, legalidad, integridad, equidad y un largo etcétera es puro trámite, porque lo único que vale es ser amigo y abanderado de los silencios y causas políticas de quienes están en el poder, o sea, un mandadero de los intereses serviles de la asquerosa política. La diosa Temis y sus preceptos utópicos de que los jueces y fiscales tengan principios éticos irrenunciables, que guíe sus actuaciones de manera esencial y completa, frente a los ciudadanos con ética judicial, sistematizados en códigos normativos, que cumplen indudablemente una función legitimadora de la actividad jurisdiccional, destinados a garantizar el adecuado ejercicio de la justicia, que resulten compatibles con el modelo de una sociedad democrática, con independencia, imparcialidad, integridad y equidad, porque esto es la última trinchera del pueblo, para protegerse frente a la arbitrariedad estatal y el abuso de poder privado, que permanentemente atenta contra el Estado de derecho. Ese es el ideal de un magistrado en un país serio, pero en Honduras es puro verso apilado en las gavetas de la conciencia electoral, de un Congreso apócrifo y servil que se aprestará para elegir sus piezas políticas el próximo 25 de enero. Como ven, no existen principios fundamentales deontológicos que eviten socavar la dignidad de su profesión y su capacidad de ejercer sus altas funciones sin ser peón en este juego de poder. Encima de eso, hoy tenemos a una sociedad fragmentada, indiferente, sin exigir cambios ni transparencia, pues le preocupa más el culebrón de Shakira y Piqué, mientras los movimientos del poder reacomodan cada pieza calculada con exactitud, ya que es un juego ganado por la continuación de la impunidad en Honduras, entre aplausos del crimen organizado y las mafias de la corrupción que navegan con otras banderas. Estamos en manos de una jauría de políticos agazapados en el Congreso Nacional, ante la selección de los quince elementos que impartirán la justicia al más alto nivel e integrarán la Sala de lo Constitucional, la Sala de lo Penal, la Sala de lo Civil y la Sala de lo Contencioso-administrativo. “Bendecidos” por la Junta Nominadora que la integra 14 persones de 7 organizaciones e instituciones distintas: CSJ, Conadeh, Colegio de Abogados de Honduras, Cohep, claustro de profesores de la Facultad de Derecho, sociedad civil y centrales obreras. Todos ellos son entes ligados a los círculos de la política y han preferido eso que estar del lado del pueblo y la transparencia. Han cambiado un “Casio por un Rolex”, porque uno brilla como el oro y el otro solo es una masa que da la hora, sin cumplir con el destino ciudadano de luchar por un país mejor
Mover estrategias es mover el poder”.