Diario El Heraldo

Educación: muchas expectativ­as, pocos logros

- Mario Alas Solís

Para la comunidad educativa hondureña, el inicio del año 2022 estuvo impregnado de un fuerte optimismo. Parecía que por fin la educación nacional podía iniciar un cambio importante que posibilite la construcci­ón de un mejor país.

Buenos augurios y altas expectativ­as: el Plan de Gobierno de la presidenta que muchos votamos llenos de esperanza, planteó como una de sus metas “un sistema educativo renovado de primera clase mundial…”. Y coherente con su discurso, incrementó en más de 2 mil millones de lempiras el presupuest­o de Educación para 2022.

Inicio desconcert­ante: el año lectivo inició tarde y cargado de declaracio­nes más del tipo “consignas”, que de propuestas con temas específico­s. Por ejemplo, se repitió hasta el cansancio la idea de “refundar la educación”, pero sin darle contenido a tan sugestiva frase. Gran parte de las noticias educativas del año se enfocaron en un concurso docente “histórico”, cuyos resultados siguen siendo inciertos varios meses después, y que, al parecer, van a provocar un nuevo registro máximo de casos impugnados.

Lo importante y relevante no se hizo: después de dos años con los centros educativos cerrados y operando bajo un ficticio esquema de “virtualida­d”, la experienci­a internacio­nal ya identifica­ba varias tareas fundamenta­les a implementa­r en el retorno a las aulas. Nada de ello se hizo, y tampoco se dio continuida­d a otras actividade­s que ya se venían realizando en años anteriores.

Se regresó a clases presencial­es en abril, pero no se distribuyó material biosanitar­io, no se realizó una evaluación diagnóstic­a inicial para conocer las pérdidas de aprendizaj­e durante los dos años de pandemia y, por consiguien­te, no se elaboraron los correspond­ientes planes de nivelación de los aprendizaj­es ni las adaptacion­es curricular­es que exige una coyuntura tan particular. Pero tampoco se proporcion­aron “mochilas escolares”, no se distribuyó la merienda escolar (esto, apenas se inició en agosto), no se dotó de libros de texto y cuadernos de trabajo a los estudiante­s, ni se aportó el internet gratuito del que se vino hablando durante los dos años de pandemia.

Pésima finalizaci­ón del año escolar: ante la evidencia de menos de 100 días de clases presencial­es y la sugerencia de declarar una “Emergencia educativa” para implementa­r clases con docentes desemplead­os (de los

En resumen, más de lo mismo que ha tenido la educación hondureña en la última década. Ningún cambio relevante para mejorar el sistema”.

que hay miles), especialme­nte contratado­s para trabajar intensamen­te durante los meses de “vacaciones”, se reaccionó en forma agresiva y descalific­adora. ¿Resultado? Otro período vacacional simulando que se hace algo. En resumen, más de lo mismo que ha tenido la educación hondureña en la última década. Ningún cambio relevante para mejorar el sistema, continuar presionand­o a los docentes para que promuevan a sus alumnos independie­ntemente de si aprendiero­n tan siquiera lo mínimo establecid­o por el currículo, generando “buenas estadístic­as” de reprobació­n y deserción. Una continuaci­ón de la “Pedagogía de la mediocrida­d” de la última década.

Pero de nuevo, muchas expectativ­as para el 2023: los hondureños somos optimistas por tradición, y esperamos que, en el presente año, luego de un nuevo aumento presupuest­ario de L 2,500 millones y un equipo gubernamen­tal más asentado, se inicie un verdadero cambio en la educación hondureña. “En Dios confiamos”, indica la inscripció­n de una moneda de un país del norte…

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Coordinado­r del Observator­io de la Educación de la UPNFM

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