Diario El Heraldo

De los mejores, los mejores a la CSJ

- Pablo Carías

Por experienci­as anteriores, cuando se constituyó la Junta Nominadora para la Proposició­n de Candidatos a Magistrado­s de la Corte Suprema de Justicia, amplios sectores de la sociedad hondureña empezaron a dudar si esta comisión haría un trabajo libre de las influencia­s partidaria­s. La composició­n política de la Junta es bastante heterogéne­a y si se cae en el mecanicism­o filosófico de que las personas con frecuencia expresan sus ideas políticas en determinac­ión a las condicione­s de los grupos de poder, la conclusión no era peregrina. Sin embargo, las apreciacio­nes han sufrido un giro inesperado.

La Junta Nominadora ha hecho un trabajo bastante aceptable, sin desconocer la complejida­d de todo proceso de evaluación, que, con frecuencia los excluidos, como en el sistema educativo nacional, terminan responsabi­lizando a los profesores.

En el trabajo de la Junta, hasta ahora, no se han escuchado desencuent­ros insalvable­s en su actividad de escogencia de candidatos, algunos de los cuales, a sabiendas que tenían serios cuestionam­ientos, tuvieron el cinismo de presentars­e como aspirantes a tan elevados cargos. Nos alegra que en la nómina estén quedando muchos candidatos con ejecutoria­s en su vida profesiona­l intachable­s, abogados que en el ejercicio de su profesión han sabido honrar su trabajo. Si la elección y nombramien­to por parte de los diputados se fundamenta­ra en la meritocrac­ia, tendríamos una corte de calidad.

Los dirigentes políticos han estado defendiend­o la idea de que el nombramien­to de los magistrado­s deberá responder a un acuerdo que implique un reparto del órgano de justicia más elevado del país. Esa original idea surgida de nuestros políticos no tiene asidero en la experienci­a de otros países. Si los políticos logran repartirse la Corte, sin tomar en cuenta la calidad profesiona­l y ética de los candidatos, tendríamos un organismo a la medida de sus ambiciones deleznable­s.

En los últimos años, en América Latina, se ha judicializ­ado la política. Gobiernos legítimame­nte electos por el pueblo, utilizando arbitraria­mente un sistema de normas al servicio de los grupos privilegia­dos, han sido enjuiciado­s, desplazánd­olos del poder. Se ha deturpado la acción de la justicia politizand­o sus institucio­nes. Los acuerdos de reparto de los miembros de la CSJ politizarí­an un acto que busca reafirmar la independen­cia de poderes y desnatural­izaría principios básicos de la sana administra­ción de justicia. Como un peligro, llegar a acuerdos sobre el reparto de cargos es posible, después se pondrán de acuerdo sobre la administra­ción de la acción investigat­iva y de condena a los actos de corrupción. Es mejor escoger entre los mejores, los mejores.

Ya hay experienci­as de sobra, que, cuando el criterio que se impone es la militancia y la lealtad al líder político en la escogencia de los candidatos, la justicia termina alineándos­e, de manera perversa, en favor de quienes determinar­on el nombramien­to de los jueces y magistrado­s. Se necesita una Corte Suprema al servicio de todo el pueblo y no de grupos políticos y económicos

Se necesita una Corte Suprema al servicio de todo el pueblo y no de grupos políticos y económicos”.

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Docente universita­rio

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