Diario El Heraldo

Lo que la pandemia se llevó

- Reina Edith Ramírez Tegucigalp­a

El negocio marcha bien para aquellos emisarios de Calígula, para aquellos que por “voluntad popular” dicen llamarse “pater patriae”. ¡Cuántos pandémicos han sido arrastrado­s por Caronte! ¡Caronte no quiere que suban a su barca, quieren subir de gratis. No tienen ni medio centavo para pagar el viaje sin retorno al Hades. La pandemia se llevó el aliento de vida, más los emisarios de Calígula se apropiaron del dinero de los pandémicos. La pandemia tomó los suyo, los “pater patriae” también, abusando del poder que les da su cargo de… protectore­s, de servidores del pueblo. Platón estaba demasiado cerca de los dioses, de los mitos, del mundo de la tragedia, mas tú y yo, estimado lector, vivimos cada día la tragedia. Estamos encerrados en esta cueva platónica, mas no encadenado­s, mas no ciegos. ¡Cuántos pandémicos han muerto! Cientos, miles; el pueblo los llora, los emisarios de Calígula, sin embargo, dicen: ¡Me da igual cuantos sean, el número no importa!

La pandemia se llevó a mi madre, mi abuelo, mi amigo, mis vecinos. Se llevó mi confianza en aquellos que no creí que desconfiar­ía en ellos. La pandemia se llevó la certeza de que vivo en un país donde la fantasía supera la realidad, no es de este mundo, pertenecen al Averno, porque los emisarios de Calígula además de dedicarse a la vida política, se han destacado siempre por su “ineptitud y negligenci­a”, por su carencia de honradez y verdad, las cuales han sido desplazada­s por su horrenda sed y avaricia a la sangre de nuestro pueblo.

La pandemia se llevó las lágrimas de una madre que no pudo darle cristiana sepultura a su hijo, se llevó la distancia, la sonrisa y el amor entre los enamorados.

Se llevó el sudor de muchos Hércules valientes que se levantaban cada mañana para buscar el pan nuestro de cada día. ¿Dónde están?

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