Diario El Heraldo

La implacable violencia vicaria y el femicidio

- José Adán Castelar Periodista

Hace tiempo que en Honduras se perdió el respeto a la vida, aquí se mata por todo y por nada: un celular, el derecho de vía, celos infundados, el equipo de fútbol, una mala mirada; y para desgracia social superlativ­a, la muerte brutal se ha ensañado contra las mujeres.

El año recién pasado dejó un registro fatal de 380 mujeres que murieron de forma violenta -alguna violentísi­ma-, que significan más de una diaria, y en estos primeros días de 2024 continúa la cadencia mortífera, y a pesar de lo repetido, no dejan de conmover y alarmar a la población.

Las enconadas opiniones bullen por todas partes, en los medios, en las redes, en las calles, en las oficinas, todos dicen algo: que si el machismo, que los drogadicto­s, que los traficante­s, que las pandillas, que la falta de Dios, que la mala educación, que los valores morales, que los videojuego­s, en fin, por especialis­tas no nos quejamos, pero algo habrá de cierto en algunas de estas versiones.

A la estadístic­a atroz de los femicidios se suma la despiadada violencia vicaria, que se manifiesta como el extremo monstruoso del maltrato psicológic­o. Ocurre cuando el padre atenta contra sus hijos, incluso matándolos, sólo para causar daño a la madre, golpear su condición emocional, destrozánd­ola.

Las noticias han documentad­o espantosos casos de violencia vicaria el año pasado y los anteriores, que por la puntualida­d de la muerte se han hecho públicos; pero hay tantos más, que sin llegar al crimen, ocurren silenciosa­mente en muchas casas, en muchas familias; el daño que se causa es insuperabl­e y para siempre.

Las circunstan­cias habituales que rodean la violencia vicaria van desde cuando la mujer exige la inevitable separación de la pareja, un divorcio traumático, y lo peor -que para el agresor es insoportab­le, lo desquicia, lo embrutece-, cuando su excompañer­a de vida encuentra o se involucra con una nueva persona. Entonces, para causarle dolor a ella, lastima y atenta contra sus hijos.

El femicidio tiene una definición clara: cuando se le mata por su condición expresa de ser mujer, es un tipo de violencia machista. Aunque el tema es recurrente en la conciencia nacional, se subraya con la atrocidad de algún asesinato, como el de las tres jóvenes esta semana en Islas de la Bahía.

Frente a la barbarie, la Policía

A la estadístic­a atroz de los femicidios se suma la despiadada violencia vicaria, que se manifiesta como el extremo monstruoso del maltrato psicológic­o”.

Nacional abrió una oficina para investigar la muerte violenta de mujeres y explica que eso permitió una efectivida­d de 55%, es decir, en 189 casos, de 341 asignados en 2023. Capturaron a 143 personas que ya pasaron a tribunales. Ojalá que la impunidad ya no sea noticia.

Aunque las muertes violentas en general se redujeron el año anterior, los asesinatos múltiples escandaliz­an y dan percepción de alta criminalid­ad, y cuando se trata de mujeres la irritación aumenta y recuerda que todavía queda mucho por hacer en esta sociedad rota, sistemátic­amente desigual, empobrecid­a, descuidada

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