Arévalo busca rescatar a Guatemala de la corrupción
El presidente emprende una nueva carrera de obstáculos en sus próximos cuatro años de mandato
El nuevo presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, emprendió ayer lo que auguró como una nueva carrera de “obstáculos” para transformar este país devorado por la corrupción, que ha puesto en jaque una frágil democracia.
Arévalo —sociólogo, socialdemócrata y exdiplomático de 65 años— asumió el poder poco después de la medianoche del lunes tras una atropellada jornada en el Congreso, que retrasó la ceremonia de investidura por nueve horas.
“Inician cuatro años de un mandato que seguramente estará marcado por una serie de obstáculos (...) Sabemos que el cambio puede ser difícil”, afirmó en la madrugada desde el balcón del Palacio Nacional, donde saludó a miles de seguidores.
Arévalo pasó revista más tarde a las tropas como comandante en jefe, por primera vez en la Plaza de la Constitución.
Desde que pasó contra todo pronóstico en junio a segunda ronda electoral, prometiendo
combatir a los corruptos, enfrentó una ofensiva judicial que denunció como un “golpe de Estado”, maquinado por la poderosa élite política y económica del país.
En su mensaje a los militares, resaltó el compromiso del Ejército, en un pasado no muy lejano autor de golpes de Estado y violaciones de derechos humanos, de respetar la voluntad del pueblo en este “período sombrío”.
En su discurso de investidura en el teatro, el nuevo mandatario prometió rescatar al país de la “corrupción” y la “impunidad”.
Pero reconoció que enfrentará “desafíos monumentales” para erradicar la corrupción que ha “permeado” al país, y está enquistada en los poderes del Estado, alimentándose de gobierno en gobierno.
“Debemos superar obstáculos significativos para liberar al Estado de aquellos que lo han capturado durante años, utilizándolo como botín propio”, señaló.
Según los analistas, los corruptos infiltraron el Congreso, el Poder Judicial, el Ejecutivo, alcaldías... “Es un monstruo de mil cabezas”, dijo Jordán Rodas, exprocurador de derechos humanos, exiliado en Washington.
Tiene también el desafío de que su propio equipo no caiga en corrupción. “Su gobierno y diputados estarán bajo un fuerte escrutinio público”, dijo el activista humanitario Jorge Santos.
Encabezada por la fiscal general Consuelo Porras con el apoyo de jueces, la arremetida incluyó intentos por retirar a Arévalo su inmunidad, desarticular su partido y anular los comicios argumentando anomalías electorales.
Arévalo, que calificó las acusaciones de espurias, afirmó que una de las primeras tareas como presidente será pedirle la renuncia a Porras, sancionada por Washington