Cuando el monstruo es gigante
La violencia contra las mujeres es de esos temas que parece que tuvieran una intensidad mediática cíclica. La intensidad se activa cada vez que se da un caso simbólico, pero lo terrible es que parece que entre esos intervalos no hubiera una mejora. Según un informe del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras se reportaron entre 2022 y octubre de 2023 641 muertes violentas ejecutadas contra mujeres.
Si usted hace una búsqueda rápida por Google, se encontrará algunos casos en los que se ha combatido la violencia contra las mujeres de manera relativamente exitosa. Cito, por ejemplo, un caso que tuvo República Dominicana a mediados de la década pasada. Se llegó a reportar una disminución del setenta por ciento de los feminicidios en 7 años. En 2013 se reportaron 74 feminicidios, cuando en años anteriores se habían reportado casi dos centenas de casos. Aunque la situación hoy sigue siendo compleja, ya que en 2023 se reportaron 51 casos, 7 menos que en 2022.
Hablar de feminicidios en América Latina y no referirse a la situación de los estados de México cercanos a la frontera con los Estados Unidos es muy difícil. En Sinaloa, que desde 2012 a 2023 había reportado alrededor de setecientas muertes violentas contra mujeres, en 2022 reportó 32 casos, 64 por ciento menos que en 2021 según sus autoridades.
Igualmente, la Secretaría General Iberoamericana relata la experiencia de El Salvador, inspirada a su vez en las experiencias de España y Perú en reducción de la incidencia de la violencia contra las mujeres, aunque este está apenas aparentemente en proceso.
Pero lo que he identificado en la lectura de estos casos es lo siguiente: en primer lugar, las autoridades de estos países trataron de buscar otros casos de éxito, ya sea porque había evidencia o bien porque desde la
Es necesario que cada acto de violencia, por pequeño que sea, sea tomado en serio por todas las instituciones involucradas (hablando el mismo lenguaje)”.
razón se concluye que alguna se trata de una buena idea para luchar contra la violencia de género. En segundo lugar, se ha trabajado sobre datos, que va más allá de contar las denuncias y los casos con resultados fatales, se deben procurar análisis que generen líneas de acción claras.
Para que esas líneas de acción sean una respuesta contundente a un problema tan grave es necesario que todas las instituciones involucradas (porque no se puede dar una respuesta que no sea interinstitucional) trabajen de manera coordinada. Esto se menciona en todos los casos. En el caso de El Salvador se habla de que hubo la necesidad de un Registro Único de Víctimas de Violencia Feminicida.
Lógicamente tiene que haber un sistema de judicialización robusta, pero no actuando desde el escándalo de la fatalidad, sino, como se menciona en varios casos de relativo éxito, acompañar y empoderar a las mujeres desde las etapas más tempranas de la violencia. Para ello es necesario que cada acto de violencia, por pequeño que sea, sea tomado en serio por todas las instituciones involucradas (hablando el mismo lenguaje) y que las mujeres sepan que es violencia, denunciable y condenable.
Sí, nuestra problemática es cultural, penosamente hay demasiada violencia, demasiado machismo y demasiado sentido de la impunidad en nuestra sociedad, por lo tanto, las acciones para acabar con este problema deben ser bien pensadas, coordinadas y contundentes; porque cuando el monstruo es gigante y terrible, la atención incluso al mínimo movimiento, al menor detalle puede salvarnos la vida