Dejando atrás la confrontación
En sesión solemne, con la participación de los presidentes de los tres poderes del Estado y en cumplimiento del mandato constitucional, quedó instalada ayer la tercera legislatura del actual Congreso Nacional. Los 128 diputados propietarios —e igual número de suplentes— regresaron al hemiciclo después de tres meses sin trabajar y largas jornadas de confrontación política por la falta de consensos entre las fuerzas políticas allí representadas alrededor de la elección de los fiscales del Ministerio Público.
Ayer, los congresistas mostraron una nueva cara, pues se supone que han logrado acuerdos mínimos para garantizar la normalización de las actividades en ese poder del Estado, y aunque no se conocen los pormenores de las negociaciones, se espera que las mismas hayan tenido como eje principal el buscar acuerdos que aseguren el ejercicio de la función legislativa en el fortalecimiento de una sociedad democrática.
Honduras demanda responsabilidad de parte de su clase política y de quienes tienen ahora el privilegio de dirigir los principales órganos del Estado. El inicio de la tercera legislatura es una buena oportunidad para trabajar en la recomposición del Congreso Nacional, teniendo como punto de partida el diálogo que lleve a acuerdos y consensos alrededor de los temas que interesan a la sociedad hondureña, dejando de lado los intereses personales o de los grupos políticos que lo conforman; una agenda en la que prevalezcan acciones y decisiones que coadyuven a la lucha contra flagelos como el de la pobreza, la violencia, la delincuencia, la corrupción y el respeto irrestricto a los derechos humanos.
Para lograr tales propósitos se requiere de líderes políticos comprometidos con el fortalecimiento del sistema democrático y de un Congreso Nacional que deje de lado las confrontaciones y pase a ser un espacio de concertación de las políticas de desarrollo que demanda el país