Entre los más corruptos, otra vez
Por tercer año consecutivo, Honduras es uno de los cuatro países en el continente americano con mayor Índice de Percepción de la Corrupción, según el informe que anualmente elabora el organismo Transparencia Internacional.
En la no grata lista comparte créditos con Venezuela y Nicaragua, los regímenes manejados por los dictadores Nicolás Maduro y Daniel Ortega, y el Estado fallido de Haití.
Este año, el informe hace referencia a la falta de independencia y de transparencia en los poderes judiciales, que promueve la corrupción y la influencia indebida de las élites políticas y económicas.
Hacen hincapié en la gestión del Poder Legislativo, señalando que “la creciente captura del Congreso por parte del Poder Ejecutivo ha permitido el nombramiento del fiscal general por parte del Poder Legislativo, sin transparencia e ilegalmente” y refieren sobre los crecientes ataques a la prensa, entre otros.
Desde el gobierno han salido a desvirtuar el informe diciendo que los organismos que lo elaboran, en este caso Transparencia Internacional y la ASJ, encargada de su divulgación en el país, “tienen tintes y sesgos políticos”.
Reconocer que este devastador flagelo está institucionalizado en Honduras y blindado por la impunidad, debería ser un paso importante en la lucha contra un flagelo como este.
Los pasos que se han dado han sido importantes, pero no los suficientes para poner a Honduras en una mejor posición en estos estudios.
El camino que queda por recorrer en esta lucha es largo y plagado de obstáculos, y en la misma toda la sociedad, sin distingos de ninguna clase, debe involucrarse, porque la corrupción no es exclusiva de un partido o de una ideología, es un mal que afecta a todos