Rendición de cuentas
La ciudadanía tiene el derecho y el deber de estar permanentemente informada respecto a lo que hacen los gobiernos y por qué lo hacen, independientemente de lo que ellos quieran que nosotros sepamos. Al llevarlos al poder mediante nuestro voto, no los autorizamos para ocultarnos información, so pretexto de estar clasificada por cualesquier razón. La tendencia ha sido a la secretividad y no la transparencia en las relaciones entre gobernantes y gobernados. Igual actitud asumen las cúpulas de los partidos políticos. Unos y otros desconfían de nosotros.
El poder que les hemos otorgado lo convierten en un fin y no en un instrumento para el logro del bien común. Limitan la democracia a concurrir a las urnas cada cuatro años, lo que va en contra de uno de los elementos esenciales del sistema democrático: el diálogo, la comunicación, la participación y el escrutinio ciudadano permanente. Creen que les hemos otorgado cheque en blanco para actuar de manera independiente, de espaldas a nosotros. Tal presunción forma parte de la arrogancia de quienes acceden a poder por la vía del sufragio.
Por ello, las y los ciudadanos debemos expresarnos colectivamente, de manera organizada, asumiendo el protagonismo y la responsabilidad que nos corresponde y que constituye un derecho cívico. Todas y todos salimos ganando si pasamos a ejercer una ciudadanía involucrada, solidaria, responsable, forjando una sociedad crítica, vigilante, propositiva.
Estas reflexiones surgen a propósito de los informes presentados por los titulares de los tres poderes estatales, mismos que incluyen lo hasta ahora realizado pero omiten lo que está pendiente de cumplirse dentro de sus deberes y obligaciones respectivas.
Es claro que aún queda un largo camino por recorrer en la construcción y fortalecimiento de un auténtico sistema democrático