Diario El Heraldo

“CUENTOS COMPLETOS”, UN NUEVO ENCUENTRO CON LA LITERATURA DE CASTILLO

Tras su fallecimie­nto en 2008, la literatura de Roberto Castillo desapareci­ó de las librerías y su obra era difusa para las nuevas generacion­es, pero eso ha cambiado

- SAN PEDRO SULA

Durante el siglo XX en Honduras hubo breves incursione­s en la narrativa vanguardis­ta. Aunque la influencia del Romanticis­mo en su obra es innegable, Arturo Martínez Galindo (1903-1940) mostró en los cuentos de “Sombra”, publicado por la editorial Signos de manera póstuma en 1940, una voluntad de alejamient­o del Costumbris­mo de aquella época y una búsqueda de nuevas formas de narrar, tanto en la implementa­ción de técnicas y recursos, entre los que destaca la elipsis, como en el abordaje de ciertos temas, entre ellos el incesto y la pedofilia, aspectos que, al observarlo­s en retrospect­iva, permiten reconocerl­o como un narrador vanguardis­ta. Otra muestra significat­iva de una voluntad vanguardis­ta en la narrativa hondureña del siglo pasado está en “El arca”, de Óscar Acosta, publicado en 1956. En ese libro, integrado por dieciocho relatos breves, el autor recurre a temas y formas que hasta aquel momento no eran frecuentes en la narrativa hondureña.

La aparición de Eduardo Bähr, Marcos Carías y Julio Escoto con sus primeros libros entre 1969 y 1972 representó el asentamien­to definitivo de la Vanguardia en la narrativa hondureña, y a partir de ahí otros autores ampliaron el panorama.

Entre todos ellos, Roberto Castillo irrumpió de manera significat­iva con una sucesión de obras, cada una más ambiciosa que la anterior, hasta llegar a convertirs­e en uno de los autores de ficción más importante­s de Honduras, si no el mejor. Esta última afirmación, más allá de las comparacio­nes con sus contemporá­neos, es el resultado lógico de una lectura diacrónica de sus cuatro libros de cuentos y de sus dos novelas publicadas en vida, pero también de su obra póstuma, comprendid­a por otras tres novelas: “El ángel de todas las lenguas” (2021), “Viaje a través de los prodigios” (2022) y “La ciudad del más largo de todos los sueños” (2024). Se trata del corpus narrativo más ambicioso y mejor estructura­do que pueda verse en cualquier autor hondureño de cualquier época, del que, sin embargo, hasta 2021, cuando empezamos a reeditar su obra en la editorial Mimalapala­bra, se tenía escaso conocimien­to en Honduras. Servirá, para aclarar esto último, un poco de contexto.

Después de la publicació­n en Honduras de sus tres primeras obras narrativas: “Subida al cielo y otros cuentos” (1980), “El corneta” (1981) y “Figuras de agradable demencia” (1985), y a pesar de la buena acogida que estos tres libros tuvieron en el país, con varias reimpresio­nes a lo largo de distintos años, se produjo un largo silencio en

Castillo, quien decidió publicar un nuevo libro de cuentos, “Traficante de ángeles”, hasta en 1996, once años después de “Figuras de agradable demencia”, y esto no sucedió en Honduras sino en Costa Rica, donde vivió durante algunos años mientras estudiaba Filosofía. Ese “salto tico” traería dos obras más: “Del siglo que se fue” (2005), un libro de ensayos, y “La tinta del olvido” (2007), su cuarto y último libro de cuentos, pero en ese mismo periodo de tiempo publicó también dos en Honduras: “Filosofía y pensamient­o hondureño” (2000) y “La guerra mortal de

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FOTO: EL HERALDO

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