Arquitectura que habla
Cuando hace algunos años se hicieron las llamadas megacárceles, recuerdo haber expresado que era la evidencia del fracaso ya no del sistema de seguridad, sino del país. Lo mismo sucede ahora con la intención de construir otra cárcel lo más lejana posible. No estoy afirmando que se deba o que no se deba, porque no soy experto en algunas variables que determinarían si es prudente o no esa construcción, solamente digo que de nuevo se nos están viendo las costuras como proyecto de país.
Me refiero primero a este caso, pero quisiera explayarme al plano general y hablar cómo el esfuerzo gris, es decir, las construcciones que impulsa un Estado hablan por sí mismas. Como ya dije, la construcción de cárceles indica que es una sociedad que está en un estado remedial de seguridad y que no hay tiempo de programar soluciones que se fragüen lentamente en la prevención. Y querer llevar prisioneros tan lejos, no sólo puede verse desde lo práctico, sino desde lo simbólico.
Por su parte, la construcción de hospitales en el siglo XXI es indicativo del rezago en el que nos encontramos. A estas alturas deberíamos estar hablando de remodelaciones, mejoras o ampliaciones. Por supuesto, hay que celebrar la construcción de hospitales, clínicas o centros de salud, pero sí es llamativa la etapa en la que nos encontramos.
Hay varios escenarios clave en el país que evidencian un enorme descuido. A pesar de los esfuerzos de remodelaciones en varias escuelas, aún hay muchas que se están cayendo, igual nos habla del descuido de décadas. Tanto la Biblioteca como el Teatro Nacional requieren de una remodelación profunda y hasta de un cambio. Es decir, la arquitectura ligada a la cultura nos habla de abandono o por lo menos de un enorme descuido también sostenido en el tiempo.
Pero seré más concreto, por ejemplo, el Centro Cívico
Gubernamental, así como es de enorme, refleja el engrandecimiento del Estado, que es en América Latina una de las principales estrategias de retención del poder que tienen los partidos políticos. Por supuesto que tengo claridad de que se necesitan muchas personas para que engranen bien los sistemas y que la cercanía entre las oficinas estatales es sano y práctico, pero no deja de ser una especie de metáfora.
Y quiero también referirme a dos obras monumentales que se han inaugurado en Centroamérica. El primero es el Estadio
Por ejemplo, la arquitectura ligada a la cultura nos habla de abandono o por lo menos de un enorme descuido también sostenido en el tiempo”.
Nacional de Costa Rica. Creo que, para nuestros países, ese esfuerzo es solamente eso, un monumento, pero no creo que signifique apoyo al deporte. Por supuesto que Costa Rica es mucho más avanzada que nosotros en desarrollo deportivo, pero independientemente de eso el mensaje es nada más que es posible una monumentalidad.
Y al segundo que me quiero referir es a la Biblioteca Nacional que recién se inauguró en San Salvador. Y esto les podrá parecer polémico a muchos ya que en nuestro imaginario las bibliotecas tienen una magnífica reputación, justamente por albergar el conocimiento, y sí lo son, pero creo que una biblioteca así de monumental es el último de una serie de pasos que hay que dar para consolidarse como un país amante de la cultura. Aunque, claro, ya quisiera que nuestra biblioteca fuera así, pero lo que quiero decir es que probablemente es nada más eso: monumental.
Así que la próxima vez que vea un edificio, deténgase, obsérvelo y piense por qué ese lugar, por qué ese tamaño, por qué ese estado, por qué ese estilo y posiblemente encuentre más respuestas de las que usted se imagina