Nociones sobre narcoeconomía
Emargen la lucha perenne y de compromiso profesional con mi pueblo, no puedo quedarme al
de abordar un tema tan presente en nuestra realidad y que actualmente transversaliza nuestro destino. Me refiero a todo el movimiento económico que rota alrededor del tráfico ilícito de drogas. Producción, comercio y consumo están allí en esa “economía” que ha dado forma y contenido perverso a la humanidad. Ciertamente, no es fácil armar ese gigantesco rompecabezas del narcotráfico sobre todo con piezas ocultas. No obstante, ante ese desafío que unas veces va desde el simple morbo y en otras conduce al compromiso real (y siempre riesgoso) de combatirlo, no vacilemos aunque parezca imposible. La demanda de cocaína —por ejemplo— se estima en unos 200 millones de personas. De las cuales, solamente en Estados Unidos hay entre 40 y 80 millones de consumidores. Con un mercado tan gigantesco como ese, muchos grupos ilícitos (cárteles) se ven estimulados a involucrarse y persistir en el meganegocio. Es muy frecuente entre especialistas y personajes influyentes exigir que sean los gobiernos de los países ricos (EUA y la Unión Europea) los que combatan de raíz el narcotráfico orientando a sus poblaciones para reducir la demanda en lugar de pretender desarticular aisladamente a los grupos que se dedican a producir y traficar desde los países pobres.
En el ámbito de la microeconomía, sobresale la alta inelasticidad de la demanda en el comportamiento de los consumidores de drogas. Ello implica, que por muy altos que estén los precios de las sustancias adictivas, los compradores siempre las adquirirán como si fuesen bienes “insustituibles” o, tan vitales como los medicamentos para una enfermedad terminal. No en vano se estima que el narcotráfico es la segunda fuente de movilización de capitales en el mundo solamente superado
Un problema crucial es cuando se mezclan los problemas de indigencia y pobreza en general con la falta de oportunidades de empleo”.
por el petróleo. “Porque raíz de todos los males es el amor al dinero...” (1 Ti 6.10).
Desde la década de 1970, se han gastado miles de millones de dólares en la guerra contra las drogas, con efectos opuestos. (Prólogo “Tierra de narcos” de O. Estrada). Un problema crucial es cuando se mezclan los problemas de indigencia y pobreza en general con la falta de oportunidades de empleo, que combinados con el deterioro de los valores morales, crean un ambiente proclive para que significativas cantidades de población se involucren en el negocio de las drogas dificultando aún más detener las actividades de producción, tráfico de sustancias precursoras, transporte y venta voluminosa de drogas naturales o sintéticas. Otro elemento a tomar en cuenta es la fuerte penetración de capitales de fuente ilícita en los sistemas financieros de la mayor parte del mundo. El lavado de activos atraviesa a la economía estadounidense llegando incluso a la necesidad de multar a grandes bancos por parte de los organismos reguladores.
En resumen, el crimen organizado transnacional encabezado por el narcotráfico se ha expandido desde Sudamérica transitando hacia América Central, el Caribe y México hasta llegar a su mercado predilecto. Una poderosa red corrompe casi todo el tejido económico, social y político, llegando, incluso, a presentarse como una salida desesperada, tentadora y caleteada a la multicrisis estructural latinoamericana. De pronto, hasta se hace “necesario” constituir esa rama especializada y confusa de la ciencia, que bien podría denominarse narcoeconomía