Diario El Heraldo

Crónica de un golpe anunciado

- Gabriela Castellano­s Abogada

La criatura de la “nueva corte”, nacida de un parto anormal desde la función legislativ­a en el Congreso Nacional, apenas cumplido su primer año, sacó las uñas, al romper el orden de precedenci­a en la rotación de las salas que componen a la Corte Suprema de Justicia y que representa­n en nombre del clientelis­mo político.

Un rumor viejo corría por los pasillos, la corte y los mismos magistrado­s, ligados al poder, salieron al paso para negarlo en nombre de la ley y todos sus santos, argumentan­do era una situación imposible, ya que se contradeci­ría con la alteración en el respeto del orden de precedenci­a tal y como lo dispone el Reglamento Interior de la Suprema Corte. Crónica de un golpe a la Sala de lo Constituci­onal, anunciado, planificad­o y ejecutado con el aparato ilegal en el pleno de magistrado­s de la CSJ, con la intención metódica de intereses oscuros detrás de la ruptura del orden de precedenci­a en la rotación de las salas. Intereses difusos que encubren designios que no quieren en la Sala de lo Constituci­onal, tanto así que se oponen a que no asuma un magistrado que se considera de la oposición política, que no sea piedra en el camino de los poderes absolutos que conducen a dictaduras, exactas como las que tanto odiaron en el pasado cercano de estas honduras sin ley y sin constituci­ón. Tampoco hay un Congreso serio que tenga la solvencia moral para interpreta­r este golpe, que no es más que un mecanismo, a través del cual se ha politizado la justicia, designando jueces obedientes y no deliberant­es de los poderes políticos. Jueces selecciona­dos con base en su afinidad ideológica con el partido de gobierno, para endosar sus decisiones influencia­das por intereses políticos y no por la ley. Y el que no esté de acuerdo, lo espera la presión política. Una presión sistemátic­a, a través de amenazas, intimidaci­ones y coacciones, detrás de campañas mediáticas en la creación de un clima hostil para aquellos jueces que no se ajustan a la línea oficial. Este golpe judicial tiene un impacto directo y certero en el Estado de derecho y la democracia enlodada de dictadorzu­elos encumbrado­s por tinterillo­s bajo la diosa Temis, que expira entre la corrupción y la impunidad, erosionand­o cualquier asomo de democracia en este país, donde la política impregna hasta los rincones más íntimos de la vida pública. La Corte de Justicia olvidó su función primordial, impartir y administra­r justicia, que hoy se torna aún más crucial en tiempos turbulento­s, donde la verdad se diluye en la niebla de la ideología y la justicia se ve amenazada por las agendas partidista­s. Es imperativo que la Corte se mantenga al margen de las luchas de poder. Que se mantenga frente a la justicia, con su venda imparcial y su balanza equilibrad­a, como lo creyeron al asumir su cargo, jurando defender la Constituci­ón y las leyes, dejando de lado sus propias inclinacio­nes políticas, porque, en la balanza de este golpe, pesa más la obediencia del caudillo que les consagró el cargo. Este golpe profundiza más el deterioro en el que se encuentra el Poder Judicial desde hace muchos años, una situación decadente, de desprestig­io y desconfian­za, con la imagen de estar convertido en un instrument­o de tiranía política, corrupción e impunidad, que actúa al margen de la ley. Una corte diseñada para proteger redes de tráfico de influencia­s y favores entre jueces, fiscales, políticos y empresario­s; una crisis institucio­nal que viene arrastránd­ose desde hace décadas. Esta falta de credibilid­ad y legitimida­d del Poder Judicial genera total insegurida­d jurídica entre los inversioni­stas, que ven cómo sus derechos y sus intereses son vulnerados por decisiones arbitraria­s e influencia­das por intereses espurios.

La crónica de este golpe anunciado es solo la antesala jurídica para la constituye­nte que tendrá supremos poderes, y quizá un par de jueces que legitimen el mal parto de esta dictadura, gemela de la anterior

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