La pachorra del Congreso
Luego de tres meses de completa inactividad, el 25 de enero de este año, el Congreso Nacional retomó sus actividades normales, al menos en lo que se refiere a la convocatoria y celebración de tres sesiones semanales, como manda el reglamento interno de ese poder del Estado.
Pero no todo es color de rosa, porque si bien los diputados asisten puntuales a la cita, la productividad sigue siendo casi nula en relación con la calidad de los temas que se pretenden agendar para la discusión y aprobación.
Es así que siguen postergando incluir en la agenda diaria temas de interés nacional, que requieren de la aprobación de los diputados.
Uno de esos temas es el de la discusión y aprobación de una ley que regule el trabajo temporal, que demandan miles de jóvenes que a nivel nacional necesitan de este tipo de empleos para agenciarse un salario.
Otro tema que eluden agendar es el del nombramiento de los magistrados del Tribunal Superior de Cuentas (TSC), a pesar de que ese organismo se encuentra actualmente paralizado luego que uno de sus miembros se retirara del cargo para ser nombrado magistrado de la Corte Suprema de Justicia y el otro renunciara de manera irrevocable al cargo por situaciones personales.
Tampoco se ha retomado la elección en propiedad de los fiscales general y adjunto que ocupan interinamente ambos cargos y mucho menos hay fecha para la elección de los comisionados del Instituto de Acceso a la Información Pública (IAIP) y de la Unidad de Política Limpia.
Hasta ahora, no hay justificación válida para que el presidente del Poder Legislativo, Luis Redondo, y su junta directiva evadan estos nombramientos.
Desde la oposición y la sociedad saltan voces de preocupación y no dejan de preguntarse ¿a qué juegan Redondo y el partido oficialista Libre? ¿Hasta cuándo los diputados seguirán con su pachorra? ¿Qué hacer con un Congreso que lo único que hace es chuparse el presupuesto del Estado?