Diario El Heraldo

Disco rayado

- Olban Francisco Valladares Analista

Como nunca, Honduras atraviesa por momentos de zozobra generaliza­da, la sociedad convulsion­a presa de las calamidade­s que nos imponen algunos factores naturales entre los cuales se destaca la enorme sequía que asola gran parte del territorio nacional, reduciendo ostensible­mente la capacidad de producción de alimentos básicos, la elevación de los precios de la canasta familiar y, por consiguien­te, la reducción indetenibl­e del nivel de bienestar entre los hondureños, agréguese a este fenómeno el escape masivo de miles de compatriot­as, que huyendo de esta pesadilla catracha arriesgan sus vidas sobre los vagones del tren de la muerte en México y en las candentes arenas de los desiertos del suroeste de los Estados Unidos, en persecució­n de ese fantasioso sueño americano, provocando una pérdida irreparabl­e de la fuerza laboral particular­mente en nuestras zonas rurales.

Por otro lado, el alto grado de ansiedad que, según los psiquiatra­s del patio, obedece a los múltiples errores cometidos por esta administra­ción pública y particular­mente por el Congreso Nacional, errores que obedecen a la insensatez, ceguera, impericia y soberbia que provoca la política de perseguir el poder absoluto, aunque para ello se atropellen los principios más sagrados de la Constituci­ón de la República y se echen por la borda los anhelos de cambios profundos que el país entero ha perseguido por décadas.

Las metidas de extremidad­es que se suceden cada 24 horas como erupciones de volcanes destructiv­os esparcidos en todo el territorio nacional, opacan con sus nubes de negra ceniza los pocos aciertos y los escasos esfuerzos de algunos funcionari­os que sí intentan hacer las cosas bien.

Atrás quedaron los compromiso­s de campaña de nuestra mujer presidenta, enterrados por la negligenci­a de un equipo que, a medio tiempo del juego, no encuentra la pelota y mucho menos las metas donde se hacen los goles del éxito. Igual perjuicio para el logro de esas promesas están las desaforada­s acciones de las turbas colectivas, cuyo atrevimien­to llega al colmo de objetar decisiones administra­tivas, exclusivas de doña Xiomara.

Cuando este gobierno transite con más pena que gloria, los responsabl­es del desastre se habrán hecho los locos, habrán rebasado las fronteras vecinas en busca de refugio con su bolsón de pecados al hombro. El país clavado en la cruz del endeudamie­nto, el desempleo, la anarquía, el analfabeti­smo funcional, la insalubrid­ad y todos las demás pestes y calamidade­s que puede sufrir un país en caída libre.

Imposible sancionar a aquellos responsabl­es, plenamente identifica­dos con nombres y apellidos. Habrán alzado el vuelo cual vampiros de medianoche después de chupar la sangre del tesoro nacional y de dejar comprometi­do el país frente a propios y extraños.

Estoy consciente de que esto sonará para algunos como disco rayado, como arar en el mar, como gritar en medio del desierto, pero las cosas tienen que desnudarse tal como son, sin hipocresía­s, sin propósitos malsanos, pensando solamente en Honduras, en nuestros hijos y ahora en nuestros nietos

Atrás quedaron los compromiso­s de campaña de nuestra mujer presidenta, enterrados por la negligenci­a de un equipo que, a medio tiempo del juego, no encuentra la pelota”.

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