Diario El Heraldo

Norte de Australia Los cocodrilos tienen su paraíso

Los depredador­es de hocico largo podrían ser mortales para las personas y viceversa

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Hay empresas que se benefician de la piel de estos animales, otras querían exterminar­los tras que sus familias fueron víctimas

En las aguas turbias de un río cercano a la ciudad australian­a de Darwin pululan cientos de cocodrilos cuyas potentes mandíbulas atraparían en cuestión de minutos a cualquier incauto que tuviera la mala idea de darse un chapuzón.

Así lo advierte Grahame Webb, cuyos esfuerzos de conservaci­ón permitiero­n rescatar a los depredador­es de agua salada del borde de la extinción.

“No se puede domesticar a los cocodrilos, son realmente peligrosos”, dice Webb en su jardín en la región tropical australian­a de Top End.

La difusión de mensajes contundent­es sobre el peligro en los ríos del norte australian­o fueron decisivos para reconstrui­r la población de cocodrilos, que llegaron a estar diezmados por la caza descontrol­ada, indicó.

Antes de la protección gubernamen­tal de los años 1970, se calcula que 98% de los cocodrilos silvestres de agua salada desapareci­eron en el Territorio Norte por la demanda de cuero.

Ahora, según cifras gubernamen­tales, más de 100,000 ejemplares que pueden alcanzar más de seis metros de largo y pesar más de 1,000 kilos cazan en las costas, ríos y humedales del extremo norte australian­o.

“Ha sido un tremendo éxito”, sostuvo Webb.

Pero la protección de los animales fue apenas un primer paso.

“Para conservar a los depredador­es debes reconstrui­r su población. Si lo logras, vuelven a ser un peligro, a comerse a la gente, y entonces todo el mundo los quiere eliminar”.

Para impedir ese rechazo, era necesario que la gente percibiera la utilidad de proteger a los reptiles, dice Charlie Manolis, experto en cocodrilos de la Unión Internacio­nal de Conservaci­ón de la Naturaleza.

En los años ochenta, una campaña de seguridad, conocida localmente como “Crocwise”, con carteles de advertenci­a a lo largo de los ríos, y el desplazami­ento de los depredador­es fuera de las zonas densamente pobladas contribuye­ron a que la población cambiara de opinión.

Además se autorizó la recolecció­n de huevos silvestres en el Territorio Norte para venderlos a los criaderos de cocodrilos que aportan la materia prima a la industria del cuero, explican Webb y Manolis.

El lucrativo comercio del cuero depende de granjas abastecida­s con huevos y animales capturados. Se les autoriza tomar 70,000 huevos y 1,400 cocodrilos cada año.

“Hay bastante gente que tiene empleo por los cocodrilos”, destaca Webb, citando el turismo y las granjas.

Se calcula que los criaderos de cocodrilos aportan más de 100 millones de dólares australian­os (66 millones de dólares estadounid­enses) a la región, la mayor productora de pieles de Australia.

El cuero obtenido es muy apreciado por marcas de lujo como Hermès y Louis Vuitton.

Manolis reconoce que algunas personas critican la estrategia de manejo por “usar” a los animales y removerlos de su entorno natural, pero que la conexión con una industria es lo que ha permitido salvar a la especie de las matanzas masivas.

“No se trata de la cría per se. La cría es lo que usamos para asegurar que la población silvestre sea preservada”, indicó.

El parque fundado por Webb es una atracción turística y “paraíso” para los “cocodrilos problemáti­cos”, animales removidos de su entorno por ser un peligro para los pobladores o por desarrolla­r el gusto por comer ganado.

“No se puede adiestrar un cocodrilo, pero se puede poner en un sitio donde no van a ser un problema”, dice Jess Grills, criadora de 32 años, mientras remueve el agua con una vara con un trozo de carne para atraer a un cocodrilo

 ?? FOTOS: AGENCIA AFP ?? Un cocodrilo nadando en una laguna en el Parque Crocodylus ubicado en las afueras de la ciudad de Darwin.
Una trabajador­a del Parque Crocodylus buscando cocodrilos mientras conduce un bote en una laguna.
Más de 100,000 “salties” cazan a lo largo de las costas, ríos y humedales del extremo norte del continente.
FOTOS: AGENCIA AFP Un cocodrilo nadando en una laguna en el Parque Crocodylus ubicado en las afueras de la ciudad de Darwin. Una trabajador­a del Parque Crocodylus buscando cocodrilos mientras conduce un bote en una laguna. Más de 100,000 “salties” cazan a lo largo de las costas, ríos y humedales del extremo norte del continente.

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