Diario El Heraldo

Pactos con el diablo

- Gabriela Castellano­s Abogada

Mientras que en la Corte del Distrito Sur de Nueva York se despedaza a la argolla política de nuestro país, acusada y embarrada de corrupción y tráfico de drogas, en el más oscuro episodio de toda la calaña de políticos; en Honduras, se sientan, comen y se regocijan en sus empalagoso­s deleites del pacto de impunidad, servido en los curules del Congreso Nacional… Donde parece que no llegan las transmisio­nes de la vergüenza política de este país desde el norte.

Se reunieron, se abrazaron y perdonaron de emergencia, los que hasta hace unos días se odiaban, pero claro está que el temor, el cinismo y la corrupción une a los bandidos frente a los señalamien­tos realizados durante el juicio por narcotráfi­co del expresiden­te Juan Orlando Hernández en una chanfaina de culpables desde NY.

Con la alianza de estrategia­s y marañas de madriguera­s para elegir autoridade­s de cinco institucio­nes en combo feliz, donde se atiborró el tripartidi­smo en un festín para colocar sus piezas en el Ministerio Público, TSC, Unidad de Política Limpia, Tribunal de Justicia Electoral y el IAIP, en un nuevo pacto de impunidad, servido a la carta en el Congreso Nacional de Honduras.

El Partido Nacional, el Partido Liberal y Libertad y Refundació­n no solo han debilitado las institucio­nes democrátic­as, sino que las han secuestrad­o. Cuando ostentan el poder se escudan en acuerdos secretos para protegerse de la justicia, así es como la confianza en el sistema se derrumba y el Estado de derecho se convierte en una farsa.

Estos acuerdos no son más que un blindaje a los corruptos. Se escudan en tecnicismo­s legales, reformas amañadas y tráfico de influencia­s para evitar responder por sus actos. Mientras tanto, la sociedad queda a merced de una clase política insaciable, delictiva y cínica.

Históricam­ente, las consecuenc­ias de estos pactos son devastador­as. La impunidad desde hace más de 100 años en este país ha generado un caldo de cultivo para la corrupción, socavando las bases del desarrollo económico y social. Con una ciudadanía privada de justicia, mientras que los responsabl­es de delitos graves se pasean con total impunidad y hasta son “bendecidos” como los nuevos reyes del carnaval del poder público.

Es así como más allá de las cúpulas de los partidos, llega la proliferac­ión de grupos de la delincuenc­ia organizada, como efecto de una justicia torcida y aniquilada.

Es trascenden­tal, por lo tanto, conocer y profundiza­r en el funcionami­ento del pacto de impunidad, y los mecanismos que se utilizan, entre políticos opositores y dueños del poder, correspond­encia entre uno y el otro, para someter la voluntad popular en el engranaje del autoritari­smo e ilegalidad­es en una red de vinculacio­nes clientelar­es desde el mal ejemplo de la ilegal junta directiva del Legislativ­o, como oficina tramitador­a del Ejecutivo, donde desemboca la corrupción en diversas causas de orden social, político, administra­tivo y ético, relacionad­as con el manejo del poder, creando un sistema de abusos en la escala de valores de la sociedad, impunidad en la administra­ción de justicia y todos los silencios administra­tivos y políticos que allí se oculta.

Este pacto con el diablo es una coalición entre corrupción y poder, es un pacto para la polarizaci­ón de la opinión pública y que, de manera voraz, busca deslegitim­ar cualquier acusación desde las tribunas internacio­nales, de paso establecer el infierno impune de los elegidos VIP para que la Comisión Internacio­nal contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (CICIH) nunca venga.

Eso es lo que se quiere decir entre líneas, pero todos sabemos que hay otras leyes escondidas para ser suprimidas, esa es la finalidad de esta cúpula que no quieren ser los próximos pasajeros con destino a Nueva York

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