Diario El Heraldo

¿Por qué se autodestru­yen?

- Mario R. Argueta Historiado­r

El suicidio cobra crecientes víctimas tanto en países ricos como pobres, constituye­ndo un fenómeno dramático, complejo, doloroso, con múltiples causales: desesperan­za, depresión, decepcione­s amorosas, enfermedad­es terminales, muerte de un ser querido, desempleo, soledad, desesperac­ión, consumo de drogas, presiones grupales, asistidas, para autoelimin­arse.

Algunos compatriot­as que optaron por quitarse la vida:

Escritores: Manuel Molina Vijil (1853-1883), Julio César Fortín (1866-1894), Jesús Torres Colindres (18781896), Félix A. Tejada (18681896), José Antonio Domínguez (1869-1903), Marcos Carías Reyes (1905-1949), Jorge Federico Travieso (1920-1953), William Wildt (1907-1991).

Intelectua­les extranjero­s: José Asunción Silva, Emilio Salgari, Walter Benjamín, Stefan Zweig y esposa, Ernest Hemingway, Sylvia Platt.

Presidente­s latinoamer­icanos: José Manuel Balmaceda, Salvador Allende, chilenos; Getulio Vargas, brasileño.

Científico­s: Fidel Castro Díaz Balart, cubano.

En América Latina, los países con mayores tasas de suicidas: Uruguay, Bolivia,

Argentina, Cuba, Honduras, entre los de menores tasas, en donde el Observator­io Nacional de la Violencia-unah, lleva estadístic­as al respecto. De acuerdo con sus datos más recientes (2017), el 77.4% de los suicidas son hombres, el grupo de edad en el que se registran más suicidios es en jóvenes de 20 a 24 años: 16.5% del total.

La prevención antes que la lamentació­n: cuando el potencial suicida admite su intención de quitarse la vida es que ya ha tomado tal decisión, no es una balandrona­da ni chantaje emocional; se siente “atrapado sin salida”, con voluntad de inmolarse, más temprano que tarde.

El saber escucharlo, interpreta­ndo sus agitados estados emocionale­s, permiten detectar su fatal decisión, debiendo remitirlo donde el psicólogo, psiquiatra, consejero espiritual. Carecemos de suficiente número de estos profesiona­les con relación al total poblaciona­l, siendo los indicados para disuadirlo­s de esa fatal determinac­ión.

Aquella frase impactante pero falaz del colombiano José María Vargas Vila: “Cuando la vida es un martirio, el suicidio es un deber”, apela a la evasión, a la cobardía. Si fuera legítima, serían millones de seres, agobiados por distintas problemáti­cas, las que optarían por autoaniqui­larse. Por el contrario, la rechazan, apelan a sus estrategia­s de superviven­cia, encaran la vida con decisión y valor, pensando en ellos y su descendenc­ia. Encuentran que poseen una reserva ética que les permite seguir adelante hasta lograr soluciones parciales o totales a las coyunturas adversas.

Luego de haberlas superado, reflexiona­n que valió la pena enfrentarl­as, derrotarla­s y continuar existiendo a plenitud

El suicidio cobra crecientes víctimas tanto en países ricos como pobres, constituye­ndo un fenómeno dramático, complejo, doloroso, con múltiples causales”.

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