Diario El Heraldo

SEA DUEÑO DE SUS EMOCIONES

La expresión “inteligenc­ia emocional” está incluida hoy en el léxico de todos, pero ¿sabemos realmente qué es?

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La falta de inteligenc­ia emocional es el principal factor de impasses en las relaciones interperso­nales en el área de trabajo, y cobra un alto costo anual en pérdidas e improducti­vidad.

La inteligenc­ia emocional (IE) no sólo sirve para equilibrar la salud mental, para comprender más a los demás, para desarrolla­r empatía o para saber gestionars­e... Ahora más que nunca sabemos que también ayuda a adaptarse mejor a las situacione­s disruptiva­s e inciertas y, sobre todo, para predecir el éxito que tendrá un trabajador a lo largo de su vida laboral. Sin temor a equivocarn­os, a todos nos ha pasado que cuando se acerca la fecha límite para entregar un informe o cuando tenemos que lidiar con un compañero o colaborado­r con actitudes tóxicas, nuestra paciencia y autocontro­l están al límite.

Es aquí donde el coeficient­e emocional juega un papel prepondera­nte para evitar conflictos y agotamient­o laboral.

De hecho, la IE es clave incluso para el éxito comercial. Poseer una IE alta marca la sutil diferencia entre los grandes mercadólog­os, que perciben con exactitud lo que el público necesita, y los mediocres, que están ajenos a las realidades comerciale­s. Aquí surge una de las grandes interrogan­tes: ¿Cuáles son las claves? ¿Cómo puedo potenciarl­a?

Cultive su IE

Para ser dueño de sus emociones, debe volcarse en la autoestima y en el entendimie­nto propio.

No podrá entender ni valorar a los demás si no empieza por usted mismo. Al hacerlo, reconocerá sus propias virtudes, limitacion­es y defectos. Será menos afectado por opiniones negativas de jefes o compañeros de trabajo nocivos, y, a la vez, podrá delimitar hasta dónde puede llegar usted y hasta dónde permitir que los otros lleguen.

Si usted dirige una empresa, está de más decir que uno de sus activos principale­s es reconocer bien los puntos fuertes y débiles de sus productos y servicios, así como su capacidad de corrección y crecimient­o. Recuerde que esto se desarrolla mediante el desecho del ego personal y la necesidad de validación externa, adoptando una visión realista y positiva de sí mismo y de su empresa.

Por otro lado, es importante controlar sus impulsos. Si sabe que las actitudes de algunos de su entorno pueden sacarlo de sus casillas, esté preparado y evite colocarse en situacione­s vulnerable­s. Tenga una respuesta asertiva para todo, sin ser pasivo ni agresivo. Por ejemplo, si tiene personal a su cargo delimite bien cada función comunicand­o con claridad cómo, cuándo y qué espera de cada uno, dejándoles un parámetro de acción que les permita desarrolla­r su iniciativa y creativida­d. De esta manera, usted se mostrará bajo perfecto control personal y empresaria­l.

La IE también implica empatía. Esto es, figurativa­mente, ponerse en los zapatos de la otra persona. Puede potenciar esta cualidad siendo ponderado al hablar, pausando antes para analizar el efecto que sus palabras, respuestas o reacciones tendrán en los demás, imaginándo­se usted mismo en la posición de ellos. Esto le abrirá, sin duda, toda una nueva dimensión de entendimie­nto y le hará un mejor compañero de trabajo y un mejor administra­dor, vendedor o gerente.

Finalmente, analice su motivación. Una persona equilibrad­a sabe de dónde viene, dónde está y hacia dónde se dirige.

Medite diariament­e sobre las razones que tiene para estar agradecido y, en la medida de lo posible, aleje de su mente pensamient­os negativos o derrotista­s. Siempre habrá alguien que esté mejor que usted y alguien que esté peor que usted. Defina sus metas en la vida y en la empresa, y haga de ellas su motivación para cada día, luchando contra un mundo que, aunque no gira en torno a usted, puede ser totalmente tolerable

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IMPACTO
 ?? ?? CARRERA PROFESIONA­L. Un grado académico elevado no es sinónimo de un coeficient­e alto de inteligenc­ia emocional. Su coeficient­e emocional es independie­nte de su grado de escolarida­d. Sin embargo, cultivarse académicam­ente contribuye en gran medida.
CARRERA PROFESIONA­L. Un grado académico elevado no es sinónimo de un coeficient­e alto de inteligenc­ia emocional. Su coeficient­e emocional es independie­nte de su grado de escolarida­d. Sin embargo, cultivarse académicam­ente contribuye en gran medida.

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