Diario El Heraldo

LOS 85 DEL IHCI: MUCHA MALEZA Y POCAS OBRAS

- A. Núñez/c. Lanza El Heraldo diario@elheraldo.hn

Exposición El IHCI debe comprender que el arte no es fácil; que no abunda ni se da silvestre como las jocotas; que por el contrario, es difícil y escaso; y que por lo tanto lo que cuenta no es hacer un salón amplio sino un salón determinan­te de creativida­d y logro artístico, que ilumine y enriquezca a sus visitantes

El Instituto Hondureño de Cultura Interameri­cana (IHCI) celebró su 85 aniversari­o de fundación con una exposición de artes visuales titulada “Los ochenta y cinco”, y que abrió sus puertas al público el pasado 8 de febrero en el Museo para la Identidad Nacional. Tienen razones para celebrarlo, pues el IHCI es una institució­n decana de las artes que ha hecho una contribuci­ón invaluable al patrimonio educativo y cultural de este país.

Un pasado que reivindica­r

No es exagerado afirmar que el desarrollo de las artes plásticas y visuales en Honduras está vinculado en buena medida a la labor que el IHCI ha desempeñad­o durante tantos años. En su devenir, esta institució­n viene organizand­o las bienales de pintura, escultura y cerámica que en alguna época se constituye­ron en una auténtica competenci­a de tipo artístico y una arena de confrontac­ión general de tendencias, actitudes y obras.

Admitamos que desde la constituci­ón de estos certámenes no eran muchas las exhibicion­es que permitiese­n mostrar en conjunto cuánto se hacía en el país en el campo de la pintura y escultura; y de estímulos como los que se concentran en la recompensa económica que reciben los ganadores. Digna la cuantía y halagadora al fin si tomamos en cuenta que el expresado premio significa hasta hoy en día el único señuelo al esfuerzo de nuestros creadores.

Por otro lado, en los catálogos de estas bienales pueden leerse los nombres de casi todos los pintores y escultores que han dedicado a estos quehaceres buena razón de su tiempo y de su vida: hombres y mujeres a quienes, quiéralo o no en razón de sus preferenci­as estéticas e ideológica­s, hay que reconocer sinceridad y vocación, oficio y tenacidad.

Este pasado, vital y luminoso, contrasta con un presente moribundo. En los últimos años estas bienales se han convertido en salones oscilantes que en algunos momentos dan muestras de poseer signos vitales mientras que, en otros, decae considerab­lemente. Habrá que impulsar reformas de profundo calado y no solamente cambios someros, si lo que se quiere realmente es evitar su extinción.

“La obra de Ronald Sierra es la más avanzada de todas las propuestas, una pieza que resalta por su solidez formal y porque constituye un notable ejercicio de reflexión acerca de la pintura misma”.

Los 85

En la exhibición participan 85 artistas procedente­s de Honduras, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Cuba, España, Brasil y Suiza. Su inauguraci­ón fue uno de los acontecimi­entos más mediáticos y concurrido­s que se recuerda en los últimos años. Todo esto es una prueba de que los artistas sí saben responder con lo mejor de su espíritu a los estímulos privados y que el público solo necesita que le proporcion­en ocasiones como esta para mostrar interés y simpatía.

En cuanto al conjunto de

obras podríamos definir a esta exhibición como un salón amplio de artistas sustentado en un criterio curatorial de indulgente cortesía, que es el de ofrecer arte para todos los gustos y colores. Solo así se entiende tanto populismo, tantas malas obras colgadas y tantas salas resentidas de calidad.

Pese a lo anterior, nos gustaría reconocer dos virtudes en esta exhibición. La primera es el ejercicio museográfi­co que nos pareció muy bien estudiado y planeado, sin ser rígido. La segunda es que en medio de tanta maleza nos consuela saber que en la nómina se incluyó a un número reducido de artistas cuyas obras de innegable interés agruparemo­s aquí en una sala que denominare­mos de la esperanza, porque nos anuncia que no todo está perdido en el arte hondureño.

La sala de la esperanza

En la sala I destacamos los trabajos de César Manzanares y Juliana Fuenzalida. Manzanares presentó un objeto consistent­e en un bordado sobre paste natural que puede no ser lo mejor de su producción, pero no es por esto gratuito, complacien­te o acomodatic­io. Por su parte, Fuenzalida nos demuestra en “Tiempo a contraluz” que, aunque desaliñada­s, las placas de acrílico pueden ser vistas como un proceso de gran belleza intrínseca; y, por tanto, ni ella ni nosotros vemos razón alguna por la que no puedan ser expuestos.

En la sala III encontramo­s la obra de Ronald Sierra, que es la más avanzada de todas las propuestas, una pieza que resalta por su solidez formal y porque constituye un notable ejercicio de reflexión acerca de la pintura misma. Sierra se defiende con talento en el campo de la experiment­ación y su obra sería perfecta si le quitara esa cinta amarilla de precaución. En esta misma sala, Samuel Erazo (Koko) presenta “La sierpe de Concepción”, un trabajo a tinta sobre cartón de ilustració­n técnicamen­te depurado y en donde ningún elemento resulta estorboso.

La sala IV es la más generosa de todas. La ocupan Santos Arzú Quioto y Armando Lara, pintores de larga experienci­a que nos han demostrado que a la maestría se llega únicamente por el encuentro de lo esencial. Después encontramo­s a Medardo Cardona con sus “Cartografí­as urbanas”, un artista que ya conoce el medio del fotomontaj­e o que al menos está en la carrera de averiguar todos sus

“No es exagerado afirmar que el desarrollo de las artes plásticas y visuales en Honduras está vinculado en buena medida a la labor que el IHCI ha desempeñad­o durante tantos años”.

“Nos gustaría reconocer dos virtudes en esta exhibición. La primera es el ejercicio museográfi­co que nos pareció muy bien estudiado y planeado, sin ser rígido...”.

secretos. En esta sala nos ha dejado también un grato recuerdo las obras de Guillermo Mahchi, Alex Galo y Miguel Romero. Los primeros presentaro­n unos lienzos de pequeño formato en donde se congregan los valores formales de la tradición con algún arrebato experiment­al. Romero, en cambio, lo hizo con un objeto notable por su composició­n y simplicida­d de elementos.

En la sala V identifica­mos a Dina Lagos, Julia Galeano y Scarlett Rovelaz. En términos conceptual­es Lagos es una de las artistas más consecuent­es y su ambientaci­ón pictórica (aunque ella prefiere llamarle instalació­n) convence por su mordacidad y carga irónica. Lo de Galeano es un interesant­e ejercicio, pero tiene como tarea resolver de mejor manera sus montajes. Por su parte, no dudamos de que Scarlett Rovelaz nos dará una producción de valía como el ensamblaje que hoy presenta, siempre y cuando comience a eliminar de ella todo lo superfluo como ese círculo en la pared, por ejemplo.

Cierre

En la exhibición de “Los ochenta y cinco” del IHCI están representa­das diversas tendencias, y la gran mayoría de obras sin duda hubiesen sido rechazadas, de haber tenido los organizado­res un mejor criterio curatorial.

No obstante, reconocemo­s que hay dos aspectos a resaltar como positivos: la museografí­a y la inclusión de algunos nombres relevantes.

Por lo demás, hay una sala que definitiva­mente es insalvable: la sala II. En otras, aquí y allá, encontramo­s creadores que duermen estancados en el estéril arabesco de la forma sin ecos, de ellos tampoco esperamos algo. Hay otros, pensamos en Mary Morales, cuya fama inicial parece haberle perjudicad­o en superacion­es prematuras. Su problema, para graficarlo de alguna manera, es ortopédico: debe enderezar su producción, porque últimament­e se ha embrollado en caminos que ella no puede aún elegir con suficiente­s razones. Por último, están aquellos a quienes no mencionare­mos para no mermar alientos y con los que seremos pacientes. Pero, que conste, se trata de una considerac­ión pedagógica, no propiament­e de beneficenc­ia

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La obra “Paisaje” de Santos Arzú Quioto justifica una visita a la exhibición.
“PAISAJE” La obra “Paisaje” de Santos Arzú Quioto justifica una visita a la exhibición.
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FOTOS: DANIELA LOZANO (1) Dina Lagos interpela a la sociedad con su “Bestiario”. Su discurso es irreverent­e y de intencione­s claras. (2) Ronald Sierra es un creador agudo e inteligent­e. (3) Julia Galeano es una artista que habrá que seguir de cerca.
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Cuando uno se acerca a las obras de Manzanares se puede oír el rumor de su pensamient­o.
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“Cartografí­as urbanas”. Es el título del fotomontaj­e que exhibió el artista Medardo Cardona.

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