¿Y ahora qué sucederá?
que aconteciera, para luego detenerme a cavilar acerca de lo más probable que ocurra en una coyuntura socio-política como la hondureña.
Lo deseable sería que a nivel nacional se implementaran rectificaciones como las siguientes: 1) se refuerza la institucionalidad y confianza del ciudadano en sus instituciones judiciales, políticas y civiles; 2) los partidos políticos proceden a recomponer su actuación y renuevan sus cuadros dirigentes, dándole espacio a jóvenes decentes y capaces; 3) se afianza la independencia de los poderes Judicial, Legislativo y Ejecutivo, dando lugar a una colaboración sana y libre de interferencias e imposiciones; 4) se adoptan medidas para que las Fuerzas Armadas de Honduras no sean contaminadas ni ensuciadas por el quehacer
Roldán Duarte Maradiaga
político; 5) se logran consensos mínimos entre el gobierno y la empresa privada para generar empleo, atraer inversión extranjera y lograr eficiencia del gasto en salud, educación e infraestructura; y 6) se producen las elecciones internas y generales más limpias de la historia del país.
Esas son demandas muy cercanas al contenido de una carta que un joven ya garrudo pero ingenuo le mandaría a San Nicolás en época de
Navidad. Sin embargo, como el Polo Norte es tan frío y lejano, la carta se extraviaría en el camino o sería decomisada por algún duende malvado, sin que la misiva pudiera tener oportunidad de llegar a su destino.
Si los buenos deseos se pierden en el camino o son confiscados por un horrible Grinch, lo que se obtendrá son consecuencias como las siguientes: 1) la institucionalidad del Estado de Honduras se continuará deteriorando; 2) las dirigencias de los partidos políticos seguirán en las mismas manos, y por la ceguera de sus líderes, le cerrarán las puertas a los jóvenes capaces e íntegros; 3) continuará la intervención, influencia y dominio del poder ejecutivo sobre los otros poderes del Estado; 4) las Fuerzas Armadas del país se continuarán usando con finalidades políticas; 5) la brecha entre el gobierno y el sector empresarial se torna más amplia; y 6) se repetirán las elecciones estilo Honduras con el agravante de un gran abstencionismo.
¿Qué puede influir en el triunfo de un futuro aceptable y favorable para los hondureños? Únicamente una ciudadanía activa podría hacer realidad las peticiones o sueños de nuestro joven ingenuo. No cabe duda que las buenas personas son mayoría en Honduras, pero mientras no se movilicen y permitan que los espacios cívicos sean ocupados por gente intolerante, abusiva y vengativa, no se podrá cambiar la dirección de los vientos huracanados y tormentosos que amenazan a esta tierra de Morazán digna de mejor suerte
¿Qué puede influir en el triunfo de un futuro aceptable y favorable para los hondureños?”.