Diario El Heraldo

Celac o el fracaso de la integració­n

- Pablo Carías

Pese a las enormes coincidenc­ias políticas, económicas, sociales, culturales, lingüístic­as y hasta religiosas de las naciones latinoamer­icanas y caribeñas, hasta ahora, todos los esfuerzos integracio­nistas han fracasado.

Finalizada la lucha por la independen­cia, hubo iniciativa­s patriótica­s orientadas a hacer de América Latina y el Caribe un espacio compartido, así tenemos la Gran Colombia (1819-1831), la República Federal de Centro América (1824-1839) y la Confederac­ión Perú-boliviana (18361839). El Congreso de Panamá, convocado por Simón Bolívar en 1826, quizás es el evento que mayor simbolismo representó en el esfuerzo unionista de las jóvenes naciones. El fracaso de este esfuerzo se le atribuye a errores en su organizaci­ón, lo cierto es que fueron intereses internos y externos promovidos desde Estados Unidos la razón principal.

En los años de posguerra, bajo el impulso de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU), se crearon una serie de organismos de integració­n, poniendo su acento en diversos temas de carácter económico, social y cultural. En un escenario contradict­orio y de confrontac­ión entre las dos superpoten­cias, la ONU, para desplegar su trabajo, funda la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

La Cepal, desde su fundación (1948), caracteriz­ó la economía mundial como un sistema compuesto por dos polos: el centro y la periferia. Los países agrupados en el centro correspond­en a las economías desarrolla­das, los países de la periferia se caracteriz­an por su situación de subdesarro­llo, en este bloque se caracteriz­ó a los países de América Latina. La lógica es sencilla, los países subdesarro­llados venden

Reclamar por su postura (a la presidenta) y en la forma como se hizo, expresa demasiado alineamien­to con la política exterior de la gran nación del norte”.

barato la materia prima y alimentos y compramos caro los productos industrial­izados. Después de haberse constituid­o este organismo regional y gozar de mucha simpatía en círculos intelectua­les y políticos, ahora casi ha pasado al olvido.

Otro organismo de integració­n ha surgido, de los muchos que hay en la región, la Comunidad de Estados Latinoamer­icanos y Caribeños (Celac).

En la última conferenci­a de este organismo fue electa presidenta pro tempore Xiomara Castro. En sus primeras declaracio­nes felicitó al presidente Putin de Rusia por su elección, además, demandó atención sobre la situación que viven los palestinos de Gaza y al caso haitiano. Lo anterior fue suficiente para que un grupo de países, cuya relación cercana con la política de Estados Unidos es inocultabl­e, salieran al paso haciendo reclamos por lo declarado, aunque la presidenta Castro no lo hizo en nombre del organismo integracio­nista, apenas hizo referencia a su condición de presidenta de Honduras y de la Celac.

Se puede estar en desacuerdo con la política interna de la presidenta de los hondureños, pero reclamar por su postura y en la forma como lo hizo en los casos ya mencionado­s, expresa demasiado alineamien­to con la política exterior de la gran nación del norte.

En tanto los intereses de América Latina y el Caribe no estén en la primera línea de prioridade­s y sea la visión ideológica la que defina la forma dirigir el destino de las naciones, será poco probable que podamos superar la condición de atraso y miseria que vive la población

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Docente universita­rio

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