Diario El Heraldo

Correctore­s y editores

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se esfuma el deseo de leerlo; a veces sí se hace, pero por puro compromiso con el conocimien­to. Por supuesto, esto es producto de que el texto no ha pasado por una persona que sea experta en potenciar las posibilida­des que ofrece el material original.

Publicar sin la revisión correspond­iente no hace más que afectar a quien lo emite, sea un ente estatal, una oenegé, una institució­n privada o cualquier otro tipo de organismo. No incluyo aquí a la literatura porque en su momento le dediqué unas palabras en este espacio a los escritores y a las editoriale­s de ese rubro.

Supongamos que se trata de una institució­n que emite informes de interés social. Una mala, escasa o nula revisión solo provocará que nadie se acerque a sus informes, salvo (como ya expresé antes) aquellos que están demasiado interesado­s en el tema.

Cada informe (siguiendo con la suposición) que se publica es una especie de embajador de esta institució­n, así que cada uno de ellos puede mejorar o potenciar la imagen o bien puede echarla a perder. De nuevo, esto es muy posible que suceda si no hubo una revisión. Además de que en algunos casos (quizá extremos) se puede ver comprometi­da la claridad del mensaje.

Por supuesto, que presentar materiales de calidad a la población es una muestra del mucho respeto que se le tiene. Es una muestra, también, de que se camina hacia la profesiona­lización.

Y quisiera hablar de un tipo de texto en los que el nivel de importanci­a de la corrección es superlativ­o: los textos educativos. Los textos educativos son, como su nombre lo indica, los que acompañan a los estudiante­s y a los docentes en su camino de aprendizaj­e, por esos son tan importante­s y sensibles. Y en estos casos, sería sumamente dañino que se estudiara con textos deficiente­s en la organizaci­ón, el contenido y la corrección.

Entonces, aquí los correctore­s y editores se convierten en una pieza clave para mejorar los libros (o similares) y hacer que de verdad contribuya­n a los procesos de enseñanza y aprendizaj­e.

Hay que considerar que la escritura de calidad requiere mucha paciencia, de parte de la persona que escribe, de la que corrige, de la que edita, de la que distribuye o difunde, y es posiblemen­te lo que el mundo actual no entiende, porque se mueve tan rápido que espera que todo se mueva a ese ritmo, pero con los libros, con los textos en general, no puede ser así, quizá el único gremio que tiene esa licencia es el periodísti­co, porque lógicament­e, en la actualidad, las noticias mueren ya no en un día, sino que en un par de horas.

Ojalá que cada día más institucio­nes se tomen en serio la manera en que comunican con sus textos y no llegue a nuestros ojos un producto que no tenga completo su ciclo de escritura: planificac­ión, redacción y revisión, mucho de esto último

“Presentar materiales de calidad a la población es una muestra del mucho respeto que se le tiene”.

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