Diario El Heraldo

Bellas Artes: esplendor del pasado y sombras del presente

“Quiero que la generación actual y las generacion­es venideras valoren a través de este libro la grandeza que tuvo esta institució­n, que a pesar de todas las dificultad­es sigue estando allí y merece una mejor suerte, un mejor sitial... a esta Escuela le de

- Samaí Torres El Heraldo elsy.torres@elheraldo.hn

Se podría creer que cada paso que se da hacia el futuro es un avance, pero no. Muchas veces el tiempo pasa en favor del retroceso, y eso es lo que ha definido a la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA) en su devenir.

Cuando fue creada en enero de 1940, la ENBA se constituyó como la rectora de la formación artística en Honduras, un rol que se ha ido difuminand­o hasta nuestros días, tanto que uno lee sobre esos primeros años y es difícil creer que se está hablando de la misma institució­n que hizo una transición del siglo XX al XXI con un rumbo totalmente diferente.

Sobre este período de gran fulgor es que escribe el crítico de arte Carlos Lanza en su libro “Texturas de la memoria: Fundación y esplendor de la Escuela Nacional de Bellas Artes, 1940-1980”, y sobre la

ENBA es que hablamos en esta entrevista.

¿Cuál fue la época de mayor influencia de la Escuela?

La época de mayor influencia en la ENBA fueron sus primeros 15 años, es decir entre 1940 y 1955, pero en su conjunto, los primeros 40 años fueron de esplendor como lo dice el título del libro, en los primeros quince la Escuela se consolidó, y sobre todo se internacio­nalizó, y llegó a tener contacto con importante­s circuitos del arte internacio­nal y ligó al arte hondureño a las grandes bienales del momento, luego hasta finales de los años ochenta esta visión se extendió pero fue decayen- do poco a poco.

¿En qué momento la ENBA adoptó un papel tan pasivo tras años de intensa actividad?

Esa pasividad, ese desdén que hoy vive la Escuela puede rastrearse a partir de la década de los noventas como producto de la llegada de la educación neoliberal; en ese período los planes y programas de estudio sufrieron modificaci­ones que alteraron profundame­nte la naturaleza académica de la Escuela, que dejó de ser una academia de arte y se convirtió en un trampolín para formar profesiona­les como los demás centros educativos, eso no solo afectó la formación de los jóvenes egresados, sino que dislocó a la Escuela de su función cultural, la desconectó del medio.

¿Qué se puede hacer para que la Escuela recupere su influencia?

Es difícil que la Escuela pueda recuperar el sitial que ocupó en el arte hondureño, creo que vivimos una coyuntura histórica diferente y tendríamos que tener una auténtico cambio de sistema en la educación, tornarla más humanista y creativa para que en ese contexto la Escuela pueda tener una oportunida­d.

¿Qué sucedió para que la ENBA cambiara tanto? Porque la ENBA que describe en el prólogo, pareciera que es otra escuela que ya no existe.

La Escuela de los años cuarenta y finales de los ochenta se esfumó por cosas que ya he señalado en esta entrevista pero hay algo más, los docentes-artistas ya se jubilaron, quedan muy pocos que se dedican al arte, la mejor generación ya no está, otros ya murieron, entonces sucede que los chicos reciben clases con docentes que no se dedican al arte o que jamás han ido a una exposición, a los docentes que les dan formación general (no artística) jamás los vamos a ver en una exposición, creen que el arte no es parte de su interés pero enseñan en una escuela artística. La Escuela perdió pasión y compromiso, ya no pesa y aún así, a pesar de ello, algunos egresados han logrado sobresalir más por su interés particular que por el acompañami­ento que les da la Escuela, son chicos especiales dueños de un gran talento que dentro de una escuela coherente e inspirador­a, serían artistas espectacul­ares, de corte internacio­nal, digo estas cosas con dolor porque allí trabajé 36 años, dejo este libro como un testimonio de que amé esta institució­n, con decir lo anterior no estoy haciendo una campaña de descrédito hacia la Escuela, solo estoy diciendo algo que todo mundo sabe y comenta, la idea es generar un espíritu crítico de autorrefle­xión para ver si esto cambia para que la ENBA enfrente las nuevas exigencias que le plantea la enseñanza artística contemporá­nea

 ?? FOTO: GABRIELA VARGAS ?? INVESTIGAC­IÓN Este libro es producto de una investigac­ión que Lanza hizo con sus alumnos de la extinta clase de Estudio Dirigido durante 15 años. Posteriorm­ente el crítico de arte siguió por su cuenta hasta completar la historia que enmarca los primeros 40 años de la ENBA.
FOTO: GABRIELA VARGAS INVESTIGAC­IÓN Este libro es producto de una investigac­ión que Lanza hizo con sus alumnos de la extinta clase de Estudio Dirigido durante 15 años. Posteriorm­ente el crítico de arte siguió por su cuenta hasta completar la historia que enmarca los primeros 40 años de la ENBA.

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