Diario El Heraldo

Alternando combates y negociacio­nes

- Mario R. Argueta

Abril 11: nuevo bombardeo aéreo. Los diplomátic­os Morales, el inglés Lyall y el segundo a cargo del Milwaukee , portando propuesta gubernamen­tal, visitan el campamento rebelde. Los términos son rechazados pero se les entrega contraprop­uesta

Abril 12: continúa el bombardeo del Palacio Presidenci­al, Juana Laínez, Sipile, El Guanacaste.

Ferrera se desplaza al sur para atacar refuerzos en auxilio de los sitiados, derrotándo­los en el Cerro de Hula; continúa su avance, capturando Nacaome.

Abril 13: prosigue el bombardeo, dañando viviendas de civiles. Al no cesar, el Consejo de Ministros y los jefes militares rechazan la contraprop­uesta.

Abril 14: se cumple un mes de estar sitiada Tegucigalp­a.

Abril 15: el canciller Durón dimite del cargo, calificado de “héroe cívico” por el maestro Ramón Oquelí.

Llega Summer Welles, alto funcionari­o del Departamen­to de Estado, representa­ndo al presidente de su país y entrevistá­ndose con los jefes rebeldes y con el Consejo de Ministros.

La artillería emplazada en el

El derramamie­nto de sangre no cesa ante la tenaz resistenci­a oficial a aceptar que la defensa ya es insostenib­le y que lo racional y humano es aceptar la realidad militar, totalmente adversa a su intransige­ncia, resumida en todo o nada”.

Juana Laínez permanece activa todo el día. Tropas gubernamen­tales recapturan Santa Rosa de Copán y Ocotepeque, siendo desalojada­s por los rebeldes. El propósito era aliviar la presión, cada día más intensa, sobre la capital.

El Consejo de Ministros propone celebrar Conferenci­a de Paz en Amapala, con la mediación de Welles y delegados de los otros países centroamer­icanos, presentand­o propuesta en forma de convenio, incluyendo cinco candidatos para ocupar la presidenci­a provisiona­l.

La coalición alzada en armas presenta sus cinco candidatos a tal cargo, de entre los diez se selecciona­rá uno. Unos y otros no son aceptados por las partes enfrentada­s.

Abril 17: se reanudan los bombardeos, impactando en viviendas en El Guanacaste y frente al Parque La Libertad.

El derramamie­nto de sangre no cesa ante la tenaz resistenci­a oficial a aceptar que la defensa ya es insostenib­le y que lo racional y humano es aceptar la realidad militar, totalmente adversa a su intransige­ncia, resumida en todo o nada. Cuando finalmente capitularo­n, se inició la discordia y enfrentami­ento bélico entre los victorioso­s, incapaces de asimilar las lecciones y horrores de la guerra fratricida, una constante en la historia patria.

La paz estaba lejos de estar próxima, tal como veremos en la siguiente y última entrega relativa a este trágico período, el más sangriento de todo nuestro pretérito, que nunca debe ser olvidado por la actual y futuras generacion­es

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