¡Felicidades!
La festividad del Día del Padre, sin el regocijo y la nostalgia de la celebración del segundo domingo de mayo, no pasa, sin embargo, desapercibida en los hogares como expresión de gratitud a quien responsablemente aceptó el inmenso desafío de los hijos que da sentido a su vida e identifica la meta altísima de ser colaborador en la educación de nuevas generaciones en pro de un mundo mejor. La otra cara de la moneda, muy numerosa en nuestra sociedad, es la de aquellos que limitan su paternidad a asentar a los hijos y algunos ni a eso. Por ello, las felicitaciones de hoy serán extensivas también a aquellas mujeres que con coraje y dedicación sacaron solas sus familias adelante. Para aquellos padres, los responsbales, de presencia cotidiana en el hogar para jugar con los pequeños, ayudarles en sus tareas y brindar el consejo oportuno a los hijos que se van abriendo a la vida, a todos ellos felicidades porque la familia es primero, no la relaciones sociales ni siquiera las labores. El papa Francisco al abordar el tema de la familia insiste en las responsabilidad de los padres en la educación de los hijos: “La naturaleza vocacional de la familia es educar los hijos para que crezcan en la responsabilidad de sí mismos y de los otros. Aquello que hemos escuchado del apóstol Pablo es muy bello: “Ustedes, hijos, obedezcan a los padres en todo; porque esto agrada al Señor. Ustedes, padres, no exasperen a sus hijos, para que no se desalienten”. Esta es una regla sabia: el hijo que es educado para escuchar a los padres y obedecer a los padres, quienes no deben mandar en un feo modo, para no desanimar a los hijos. Los hijos, de hecho, deben crecer sin desanimarse, paso a paso”. Reconoce el Pontífice el problema de la educación de la prole porque “se ha abierto una grieta entre la familia y la sociedad, entre la familia y la escuela, el pacto educativo hoy se ha roto, y así la alianza educativa de la sociedad con la familia ha entrado en crisis”. Al referirse a la ruptura del matrimonio y la separación señala con dolor: “El hijo es usado como rehén y el papá le habla mal de la mamá y la mamá le habla mal del papá, y se hace tanto mal. Pero yo digo a los padres separados: ¡nunca, nunca, nunca usar al hijo como rehén!” Para los padres responsables, felicidades; para quienes sientan el dolor de la lejanía de los hijos, cualquiera haya sido la causa, también felicidades y que aviven en ellos los deseos del llamado familiar, de la atracción del hogar y del grito ancestral de la sangre que no desaparece. ¡Felicidades!