Contener la respiración
L a toma de posesión de Donald Trump ayer, el número 45 de la historia estadounidense, fue acompañada de un sentimiento generalizado en la Unión Americana, en los países amigos y en aquellos en los que el poderío militar económico y político de Washington levanta por lo menos sospechas, cuando no oposición, incluso armada. Contener la respiración es el consejo por lo que puede venir de alguien que ya ha dado muestras de ser lo que es, por lo menos de palabra, puesto que faltan las decisiones y, finalmente, las acciones. La tensión quedó reflejada en la jornada de ayer con manifestaciones en contra del presidente, con ausencias de congresistas y con marcada distancia en el ámbito internacional por la inclinación populista de quien supo y pudo utilizarla para recorrer el camino, en poco más de dos años, hasta llegar a la Casa Blanca, haciendo tambalear el sistema liberal global sobre el que asentó su poderío y primacía los Estados Unidos. Las provocaciones internas durante la campaña y las externas en la etapa de transición han creado un ambiente atípico que, según analistas políticos, se deriva del comportamiento de niño antojadizo y enojado, sin experiencia en relaciones internacionales y empeñado, sí o sí, en alcanzar lo que se propone. En un momento, la Otan, organismo de la geopolítica norteamericana, las delicadas relaciones con China y la distancia con Moscú saltaron como fuegos artificiales, sorpresa, color y ruido; después ya veremos. La promesa de crear empleos y fortalecer la primera potencia mundial cerrándola al libre comercio, a los inmigrantes y al resto del mundo trazó la ruta con respaldo de los descontentos del sistema que, contabilizados en el voto popular, no alcanzó la mayoría. Más que temor hay inquietud. Son demasiadas las interrogantes que para los pesimistas las sintetiza el dicho popular “por las vísperas se conoce la fiesta”, y quienes conservan dosis de optimismo se aferran a “no es lo mismo verla venir que platicar con ella”. Para unos y otros, el uso de los mensajes de las redes sociales, pocas palabras, puede alterar la estabilidad mundial, que no es perfecta pero sí viable. Aunque el mensaje presidencial no revele la clave de su gobierno, Trump no podrá obviar, aunque la mayoría en el Capitolio sea republicana, que con el Legislativo mantiene una relación de amor-odio con la que habrá de gobernar durante los próximos cuatro años. Habrá, de momento, que contener la respiración.